Podría considerarse que la cultura humana es una especie de máquina, de algún modo a la manera en que algunas corrientes antropológicas se centraban en su funcionamiento. Cada cultura sería una versión singular de esa máquina, con sus peculiaridades que la distinguen de otras máquinas —aunque es en la relación con las demás que también se define su forma. Una de las peculiaridades de las diferentes máquinas se refiere a la manera en que trabaja sus continuidades. Algunas continuidades son perfectamente evidentes, como un estilo arquitectónico, técnicas y herramientas de cultivo de plantas, una tableta de colores para la vestimenta, edificios monumentales o la estructura familiar. Algunos de estos constructos incluso son convertidos en emblemas para exhibir la continuidad. Por otra parte, hay rasgos forjados por una cultura que gravitan en ella no desde un lugar que las hace visibles, sino desde capas muy profundas. Algunos son detectables, como la vocación guerrera, el amor filial o el sentido de la armonía. Otros productos culturales ejercen influencia sin ser percibidos. Quienes mejor aprecian lo que un pueblo ha construido en la realidad, suelen percibir que una gran parte de lo generado por todas las culturas son tesoros que pueden enriquecer fecundamente a las demás sociedades. Nos interesa, para este foro, el modo en que el “Sunzi Bingfa” llega desde China y es acogido como un tesoro por mi país, Argentina, y mi subcontinente, América Latina.
"China es aquel país entre real y legendario cuya historia se hunde en la noche de los tiempos, en donde todo era posible, desde una muralla infinita hasta dragones volando por el cielo. De esa China provienen núcleos de una sabiduría misteriosa y que tiende al infinito, materializada en libros como el “I Ching”, el “Daodejing” y “Sunzi Bingfa”.
Siendo países periféricos de Occidente, los clásicos de la cultura China no nos han llegado directamente hasta tiempos recientes, sino a través de los países centrales de Occidente. Sin embargo, en los últimos años China ha comenzado a generar un interés creciente en nuestra región. En Argentina hay dos comisiones mixtas que articulan a la Academia China de Ciencias con su equivalente local, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, Económicas y Técnicas. Por otra parte, ya son 13 las universidades que tienen centros de estudios sobre China, entre ellas las mayores —Universidad Buenos Aires, Universidad de La Plata, Universidad de Córdoba, Universidad nacional de Rosario. Además, hay numerosos think tanks dedicados a China, la única revista de intercambio cultural entre un país de América Latina y China que se mantiene desde hace 13 años, la revista DangDai, de la cual tengo el honor de ser el editor, y se ha instalado cuatro institutos Confucio. Todo esto animación implica una cantidad importante de investigadores, docentes y alumnos que abordan una variedad de temas de la historia y la actualidad China. Uno de los investigadores argentinos que mejor conocen el “Sunzi…” es el doctor en Lenguas y Culturas Asiáticas Ignacio Villagrán, de la Facultad de Ciencias Sociales de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires, donde dirige el Centro de Estudios Argentina China. Villagrán ha reconstruido el hilo de traducciones de la obra que va de China a Argentina, desde la del sacerdote jesuita J.M. Amiot de fines del siglo XVIII, la del militar estadounidense Samuel B. Griffith, la de Roger Ames en 1993, la del francés Jean Leví en 2000; las dos traducciones directas al castellano del sinólogo vasco Albert Galvany, de 2001, y de Laureano Ramírez Bellerin, de 2006, la del profesor de filosofía Alejandro Bárcenas, la del sinólogo español Gabriel García Noblejas, ambas publicadas en 2014, y finaliza con la más literaria traducción conjunta de Liljana Arsovska, Yong Chen y Pablo Rodríguez Durán de 2017. Los sinólogos se desempeñan en un contexto comunicacional en el que la sociedad en su conjunto tiene una idea muy superficial de China —y lamentablemente muy influenciada por la propaganda antiChina emitida por los países centrales de Occidente. Para el sentido común de los argentinos y latinoamericanos, China es el mayor centro industrial planetario, donde se fabrican la mayoría de los artefactos que se utilizan en las casas, las ciudades y las industrias, así como es también una serie de nichos de mercados que podrían comprar nuestros productos. Para algunas personas, China es la nación moderna, que surgió republicana luego de dejar atrás la última dinastía, que tuvo una guerra civil, que repelió una invasión japonesa y que instauró un gobierno comunista, que hizo primero una reforma agraria y luego un desarrollo económico meteórico que la ubicó en el segundo lugar de la economía mundial. China es asimismo encarnada en la comunidad china que vive en Argentina y finalmente, y finalmente, China es aquel país entre real y legendario cuya historia se hunde en la noche de los tiempos, en donde todo era posible, desde una muralla infinita hasta dragones volando por el cielo. De esa China provienen núcleos de una sabiduría misteriosa y que tiende al infinito, materializada en libros como el “I Ching”, el “Daodejing” y “Sunzi Bingfa”.
"Lo que ha filtrado del libro en la cosmovisión de la cultura latinoamericana han sido partes de sus fundamentos, que siendo profundamente chinos, interpelan al pensamiento y la forma de existir de los latinoamericanos".
Es absurdo que yo pueda decirle a ustedes, los herederos de Sunzi algo de esa obra. En cambio, lo que puedo hacer es intentar compartir algunas impresiones de cómo veo que nuestros públicos perciben el libro. Por un lado, el libro interesa por su valor intrínseco, es decir, por su contenido, su historia, su autor y el lugar que ha ocupado en la cultura China. Los interesados en esta perspectiva son los eruditos y aquellas personas que tienen una vocación fuerte por culturas diferentes a la occidental, que tienden a creer que lo diferente es mejor por ser diferente y aquellas personas que perciben que en China se condensa la sabiduría humana. Otro abordaje del “Sunzi Bingfa” es la de asignarle una función práctica, considerándolo una manual o una guía práctica o de autoayuda, útil en su aplicación en diferentes campos como la empresa, la política, el deporte y otros. Finalmente, el “Sunzi Bingfa” ha penetrado en la cultura latinoamericana no de un modo objetivado, sino subrepticiamente. Lo que ha filtrado del libro en la cosmovisión de la cultura latinoamericana han sido partes de sus fundamentos, que siendo profundamente chinos, interpelan al pensamiento y la forma de existir de los latinoamericanos. Estoy hablando de núcleos de significado presentes en el “Sunzi Bingfa” que van siendo asimilados por las diferentes idiosincrasias latinoamericanas. Entre esos núcleos está el foco en la estrategia, que implica que la victoria puede darse en la dimensión de la estrategia, si es la estrategia correcta. Para ello es indispensable el conocimiento más acabado, exacto y penetrante, traducido a la mentalidad latinoamericana como “inteligencia”, que implica la información y, sobre todo, comprender la lógica de todos los factores involucrados en una guerra. El enemigo debe ser tan conocido como uno mismo; uno debe convertirse en el enemigo para anticipar como va a actuar. Por otro lado, los latinoamericanos van comprendiendo a través de la idea de que la estrategia debe mutar, adaptándose permanentemente a una situación cambiante, la peculiaridad que atraviesa toda la cultura China como dialéctica entre la permanencia y el cambio —para que algo permanezca igual a sí mismo debe cambiar, y el cambio tiene que tener como objetivo la continuidad del objeto que se transforma. Así como la victoria puede estar en la fase del diseño de la estrategia, también puede estar en cualquier punto fuera de la confrontación, inclusive puede ser una victoria final luego de una derrota circunstancial. De hecho, el “Sunzi Bingfa” presenta al pensamiento latinoamericano la idea de que es más conveniente y más económico evitar en absoluto la confrontación. De esta manera, consideramos que el “Sunzi Bingfa” tanto ha sido canal y motivo de intercambio civilizatorio entre China y América Latina a través de su adopción como receta y como conjunto de técnicas que pueden ponerse en práctica en distintos campos, como a través de la asimilación de sus vectores más profundos. Y aún más, creemos que la influencia mayor que ha tenido y que aún tendrá el “Sunzi Bingfa” es cuanto incida en la cultura latinoamericana, es decir, todo aquello que los latinoamericanos crearán a partir de haber adaptado a sus peculiaridades este manantial de sabiduría viva que es la obra de Sunzi.