“Mientras China sigue los principios de igualdad y no busca esferas de influencia ni apunta contra terceros, los pueblos de América Latina y el Caribe desean construir su propio hogar y no convertirse en el patio trasero de nadie”, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, en un mensaje que hoy ayuda a descifrar la verdadera rosca política de la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, que comenzará este martes 13 en Beijing. Si bien el pronunciamiento del canciller ocurrió hace un par de meses, sus palabras aún resuenan como si hubieran sido dichas ayer, en la previa de un encuentro que se presenta como la reafirmación de la alianza estratégica entre China y los países de América Latina y el Caribe (ALC), en medio de las tensiones que genera la guerra arancelaria iniciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Con el poder de fuego que garantiza la presencia de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Gabriel Boric (Chile), la intención de los países miembros de la CELAC es dar una señal inequívoca sobre la necesidad de impulsar el desarrollo del Sur Global, a partir de una visión multipolar que – en coincidencia con Wang Yi – sepulte definitivamente el concepto de “patio trasero” y la Doctrina Monroe que Washington pretende perpetuar en ALC. En efecto, el Foro China-CELAC busca confirmarse como un mecanismo de diálogo y cooperación, que funcione a partir del principio de destino compartido de la humanidad, como gustan destacar en Beijing. Mientras sus defensores repiten como mantra que en los primeros 10 años de funcionamiento - que se cumplen este 2025 - ya se realizaron más de 100 actividades, entre ellas 3 reuniones ministeriales, 8 diálogos de cancilleres y 32 subforos de trabajo, sus detractores prefieren mantener activas todas las alertas ante lo que consideran una influencia preocupante del país asiático en la región. Más allá de estas diferencias, politólogos y analistas coinciden que la trascendencia de los avances logrados obedecen a una combinación difícil de encontrar en este tipo de mecanismos multilaterales de cooperación: por un lado, China es el país en desarrollo más grande del mundo (con cerca del 17% de la población global y alrededor del 20% de la economía internacional) y, por el otro, la CELAC representa nada menos que a 33 naciones de América Latina y el Caribe (con aproximadamente el 8% de los habitantes del planeta y casi el 7% del Producto Bruto Global). Juntas, constituyen una sinergia potencial que podría impulsar el despegue definitivo del Sur Global, como alternativa válida frente a las presiones, intervenciones políticas e injerencias hegemónicas que marcaron la historia reciente de ALC.
“La cooperación chino-latinoamericana debe ser una prioridad, ya que contamos con capacidades sin explotar”.
“El despreciable intento de Estados Unidos de difamar y atacar la cooperación entre China y los países del Caribe está condenado al fracaso”, acaba de denunciar el portavoz de la Cancillería china, Lin Jian, en respuesta a recientes comentarios del secretario de Estado de los EE.UU., Marco Rubio. Esto recién empieza. VALE OPINAR “La próxima reunión entre la CELAC y China puede conducir a una coordinación de intereses sin precedentes, ya que nunca ha sido más evidente que ambas regiones deben trabajar juntas por el bien común… Por varias razones, la CELAC en su conjunto puede convertirse en un interlocutor importante dentro del Sur Global”, plantea el economista argentino Gustavo Girado, desde una columna publicada en China Daily Global. El director del CEISiL y del Posgrado sobre China en la Universidad de Lanús diferencia que así como “la administración estadounidense es implacable en su afán por priorizar sus propios intereses en detrimento de los demás”, China “no busca esferas de influencia ni participa en la competencia geopolítica”, por lo que “su firme impulso a la práctica del multilateralismo en los asuntos internacionales es una postura totalmente favorable a los intereses argentinos”. “La cooperación chino-latinoamericana debe ser una prioridad, ya que contamos con capacidades sin explotar”, indica Girado. Por su parte, la economista chilena Marcela Vera sostiene que “América Latina tiene la oportunidad de avanzar hacia el desarrollo de la mano de China, al profundizar la relación comercial, la inversión, la transferencia de tecnologías y la financiación, para de esta manera dar impulso a las economías del Sur Global”. “Uno de los principales desafíos del desarrollo económico, político y social de la región es poder salir de esta lógica de subordinación que, en particular, existe con Estados Unidos”, afirma la directora de Asuntos Asiáticos de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), en declaraciones a Xinhua. "Beneficio mutuo", "ganar-ganar" y "pragmatismo" son las expresiones claves que distinguen la cooperación entre América Latina y China, según explica Pavel Alemán, profesor asociado del Departamento de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, Cuba. “El vínculo con China hará que el impacto de los aranceles que aplica Estados Unidos sea mucho menor para las economías de la región, que se resienten de que un mercado cercano y tradicional, como el estadounidense, de repente imponga barreras al comercio”, destacó el académico cubano a la agencia de noticias china.
“El despreciable intento de Estados Unidos de difamar y atacar la cooperación entre China y los países del Caribe está condenado al fracaso”.
IMPORTANCIA ESTRATEGICA Hay números que valen más que mil palabras a la hora de analizar por qué los países de ALC se toman el atrevimiento de mirar hacia China, cuando la receta neoliberal insiste en que deben jurar fidelidad eterna a la potencia que les acaba de aumentar los aranceles en forma unilateral. Ocurre que el comercio de bienes entre China y ALC alcanzó la cifra de 518.467 millones de dólares durante 2024, según informes de la Administración General de Aduanas de China, lo que hizo que el país asiático se consolidara como el segundo socio comercial de la región y el primero de varios de sus países. Hasta 2023, China implementó un total de 268 proyectos de infraestructura en ALC, que dieron lugar a la creación de casi 1.000.000 de puestos de trabajo. Además, Beijing firmó acuerdos de libre comercio con 5 países y memorandos de entendimiento por la Iniciativa de la Franja y la Ruta con otras 22 naciones de la región. Con una inversión estimada en alrededor de 30.000 millones de dólares, empresas chinas apostaron al Proyecto del Tren Bioceánico (Brasil-Bolivia-Perú), a la Represa Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair (Ecuador), al Puerto de Chancay (Perú), al Proyecto Triángulo del Litio (Argentina-Bolivia-Chile) y a la Interconexión eléctrica y de redes 5G (Brasil, México y Argentina), entre otras iniciativas de envergadura. Fuera de lo estrictamente económico, unos 68 de institutos Confucio y Aulas Confucio se pusieron en marcha en 23 países de ALC, con el objetivo de “tender puentes entre culturas tan alejadas, pero cercanas a la vez”, como les encanta decir a sus autoridades. Asimismo, más de 120 ciudades chinas establecieron relaciones de hermandad y cooperación con centros urbanos de ALC, en un proceso que se viene profundizando desde hace una década gracias al Foro CELAC-China y a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. En este contexto, uno de los puntos más altos de la cooperación entre China y ALC ocurrió durante la pandemia del Covid-19, entre 2020 y 2021, cuando el país asiático activó la llamada “diplomacia de los barbijos” y donó millones de vacunas e insumos sanitarios a varios países de la región, según recuerda el documento “10 años del Foro China-CELAC: Balance y desafíos para el desarrollo desde el Sur en un mundo multipolar”, realizado por Gabriel Merino, Lourdes Regueiro y Wagner Iglecias (Grupo de Trabajo CLACSO China). En 1985, Mario Benedetti escribió “El sur también existe”, un maravilloso texto al que Joan Manuel Serrat le puso música y convirtió en himno de la explotación y saqueo que las potencias del Norte imponían a un mundo cada día más desigual. Pasaron 40 años y muchas injusticias no cambiaron. Pero el sur, con el agregado del concepto “global”, parece rumbear para otro lado.