Un equipo de restauradoras fue convocado especialmente por el Ministerio Nacional de Arte Oriental (MNAO) para preparar las obras de su colección que son exhibidas al público hasta el 13 de agosto en la sala del subsuelo del Museo Nacional de Arte Decorativo. La selección de piezas incluye cerámicas de manufactura Satsuma, Arita y Kutani, cuencos, teteras, bandejas y otros utensilios destinados a la Ceremonia del Té, cajas de laca y pequeños adornos tallados en marfil. La mayoría pertenece al Período Edo (1603-1868) de Japón y fue donada al museo por el coleccionista José Torre Bertucci. “Es muy emocionante trabajar con una cultura tan diferente a la nuestra –asegura la restauradora Mariana Valdez–. Son piezas donde está trabajado, pintado, tallado, hasta lo que no se ve. Y descubrir eso fue conmovedor para nosotras”. Su compañera, Natalia Albano, mientras remueve con un hisopo la suciedad de una estatuilla de marfil, coincide: “Esta es una pieza del siglo XIX, y tiene tanto detalle que hasta está tallada debajo del ropaje del personaje, como si alguien lo fuese a mirar por abajo. Es emocionante encontrarte con piezas así, y poder aportar algo para conservarlas”. La tercera restauradora del equipo es Paula Huarte, que interviene una pieza del siglo XIX que es una réplica de una langosta hecha en marfil tallado. Primero hace una limpieza, después reintegra las partes que estaban sueltas y finalmente retira adhesivos que impedían su movilidad: luego de varias horas, la langosta articulada parece nueva. “Lo que más me gusta de mi trabajo es que cambia todo el tiempo –dice la especialista–. Tenés que tomar decisiones y resolver críticamente, pero lo más importante es conectarte con el objeto con el que estás trabajando e interpretarlo lo mejor posible para no hacerle daño”.
“Es muy emocionante trabajar con una cultura tan diferente a la nuestra –asegura la restauradora Mariana Valdez–. Son piezas donde está trabajado, pintado, tallado, hasta lo que no se ve. Y descubrir eso fue conmovedor para nosotras”.
Las restauradoras integran el área de conservación y restauración de la Dirección Nacional de Museos (DNM), cuyo trabajo se basa principalmente en el seguimiento de los Planes Integrales de Conservación elevados por los museos nacionales, mientras colaboran con las urgencias de las distintas instituciones. El año pasado realizaron trabajos de conservación en el Museo Mitre, en la muestra en la Casa Histórica de la Independencia en Tucumán y en el Museo Casa de Yrurtia, entre otros. Y este año, desde la DNM se impulsó la creación de un taller de restauración que tiene sede en el Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces, con la idea de construir un espacio común y una red de comunicación entre todas las áreas de conservación de los museos, así como proyectar capacitaciones sobre la especialidad. “Por suerte en nuestro país se profesionalizó la carrera –dice Valdez–, y me parece que tenemos un muy buen nivel de intervención. Nosotras que vamos recorriendo distintos museos nos hemos encontrado con gente muy bien preparada, con la que hemos podido trabajar armando equipo, hablando el mismo idioma. Y por suerte los colegas siempre son muy generosos a la hora de compartir la información y eso lo valoramos mucho”. En tanto, Huarte valora las posibilidades que tienen como equipo de trabajar en los museos nacionales:“Colaborar con un museo te hace estar en contacto con patrimonio verdadero. Y eso está buenísimo, porque el patrimonio es de todos, y porque hay un montón de gente en los museos que está enamorada del trabajo que hace”.