Una de las directoras japonesas más alabadas en el extranjero, Naomi Kawase, dijo estar dispuesta a trabajar con Netflix para liberarse de los productores nipones que ahogan, según ella, la creatividad del cine en su país. "Si una firma como Netflix o cualquier otra productora extranjera tiene los medios para trabajar con una directora con reputación internacional, puede ser para mí una manera de expresar libremente lo que quiero", afirmó. "No lamentaré tal ocasión que veo más bien como un desafío", subrayó en Tokio, en una entrevista a su regreso del Festival de Cine de Cannes. Kawase, 48 años, fue en 1997 la cineasta más joven galardonada con la Cámara de Oro. Su último filme, "Hikari", drama sobre un romance entre una joven y un fotógrafo que pierde lentamente la vista, compitió por la Palma de Oro. La presencia por primera vez en Cannes de dos películas producidas por Netflix, entre ellas "Okja" del cineasta surcoreano Bong Joon-ho, creó polémica en el festival. El gigante estadounidense se opuso a la salida de sus producciones en las salas francesas.
"Si una firma como Netflix o cualquier otra productora extranjera tiene los medios para trabajar con una directora con reputación internacional, puede ser para mí una manera de expresar libremente lo que quiero", afirmó.
Bong Joon-ho se congratuló públicamente por la libertad que tuvo al trabajar con la joven empresa estadounidense, lo que hizo reflexionar a Kawasa. Bon Joon-ho señaló que "Netflix le da todo el dinero que necesita y no interviene", comentó Kawase, conocida por sus imágenes trabajadas y su obra personal animada por la comunión con la naturaleza y la relación con el prójimo. Obras recicladas Según Kawase los inversores japoneses no toman el riesgo de invertir en una película basada en un guión original del que no pueden prever los beneficios. En ese sentido los cineastas "no pueden crear realmente lo que quieren", aún más cuando los productores están, dice, "obnubilados por la notoriedad de los actores: sólo quieren los que pueden traer dinero". "En consecuencia debemos buscar financiamiento extranjero, pero entonces las películas pueden no tener éxito en Japón", precisa. En 2016 se produjeron en Japón unas 610 películas, muchas se basan en mangas exitosas o novelas ya declinadas en dibujos animados o series de TV y que se readaptan en largometrajes de animación o encarnados por actores en vista de la televisión o del cine. Tres cuartos de los 40 mayores éxitos de 2016 son adaptaciones de obras que existen en otro soporte.
Hirokazu Kore-eda dijo a fines de 2016 que temía "que el cine japonés termine decayendo, por encerrarse en sí mismo y no abrirse hacia el extranjero". "En un contexto en que el objetivo primero es vender, un contenido audiovisual no puede desmarcarse como objeto cultural", subrayaba.
Esta reutilización de historias en diferentes formatos tiende a cerrar considerablemente las posibilidades de producir un film sobre la base de un guión original, ya que la mecánica de la obra es la de un financiamiento que tiende a una misma historia readaptada al infinito. La mayoría de esas películas no se difunden en el extranjero y no obtienen recompensas. El punto de vista crítico de Naomi Kawase, también laureada en Cannes con el Gran Premio en 2007 por "Mogari no mori" ("El bosque del duelo"), coincide con el de otros grandes del séptimo arte japonés, como Hirokazu Kore-eda. El director de "De tal padre, tal hijo" dijo a fines de 2016 que temía "que el cine japonés termine decayendo, por encerrarse en sí mismo y no abrirse hacia el extranjero". "En un contexto en que el objetivo primero es vender, un contenido audiovisual no puede desmarcarse como objeto cultural", subrayaba. "En el futuro cada vez más directores querrán trabajar con Netflix o Amazon. El sector se va a hundir si sigue así", dijo.