El poeta que se acostó en la cama de Mumbai

“Mumbai, una mujer” es el nombre del poema que el brasileño José Carlos Vieira le dedicó a una ciudad que, en pocos días, le abrió su corazón y reveló casi todos sus secretos.
Fernando Capotondo (Desde Mumbai) - 2017-10-10
Unos pocos días recorriendo las calles de Mumbai le alcanzaron al poeta brasileño José Carlos Vieira para descifrar los enigmas de una ciudad tan apasionante como indescifrable. El resultado es un maravilloso recorrido por las sensaciones, sorpresas e interrogantes que, como bien dice, confunden a los pobres viajeros. 

El nombre del poema, vale más que mil explicaciones. Pasen y lean:
Vieira viajó a India en el marco de una invitación oficial a un grupo de periodistas de América Latina y el Caribe.
Mumbai, una mujer

Sabores
Olores
El alma cosida
con la seda de la paz
¿El corazón? Ah, el corazón
Me olvidé de él
Mumbai me llevó lejos

Mumbai, esta mujer moderna
Húmeda, caliente, señora del mar arábigo
Juega en mis ojos realidades
Que confunden al pobre viajero
¿Cuántos mundos hay en Mumbai?

La bruma salada encubre la ciudad
Una lluvia fina y caliente
Espada de los cuervos

Ando por la calle
De ojos encendidos
Esbojo en las personas
¡Soy Allen Ginsberg! ¡Soy George Harrison!
¡Soy Ravi Shankar! Todos y nadie
Soy la casta que duerme con los gatos, los perros, el viejo, el nuevo
Todos, todos
No sé si Mumbai me ama
Pero me acosté en su cama …
“Mis versos son libertarios. No puedo poner un traje y corbata a mis palabras”, suele explicar el poeta y periodista.
El brasileño José Carlos Vieira es autor del libro “Poemas de pasiones y cosas parecidas”, un trabajo que invita al lector a una emotiva búsqueda de lo trascendente, a partir de una suerte de mesa de café con Lemiski, Chacal, Quintana y Bukowski. 

“Mis versos son libertarios. No puedo poner un traje y corbata a mis palabras”, suele explicar el poeta y periodista (escribe en el diario “Correo Braziliense”.

Dicen las buenas lenguas que, allá lejos en los años ochenta, comenzó a escribir versos en muros, en libros mimeografiados y, sobre todo, en las piernas de las bellas mujeres brasileñas.