Se estima que 600 millones de chinos serán de clase media para 2030, en un país que, para entonces, seguramente ya estará afianzado como la primera economía mundial. Unos 300 millones de chinos ya constituyen la clase media más voluminosa del planeta, superando a toda Europa y a los Estados Unidos, donde los sectores medios vienen retrocediendo. A esto podría sumarse que China desbancó recientemente a Estados Unidos como el país con más multimillonarios. Desde la perspectiva de la Argentina, debido a nuestra complementariedad económica y creciente relacionamiento con China, se trata de un fenómeno que debe ser considerado con la seriedad que requiere el caso. La clase media china será el principal actor económico del Siglo XXI. Por ende, será la mayor consumidora del “supermercado del mundo” en que Mauricio Macri sueña convertir a la Argentina. Lamentablemente, el grueso de la clase política y empresarial local todavía ignora la relevancia y proyección de la clase media china y de las asiáticas en general. La descomunal transformación y desarrollo de la economía china durante los últimos 40 años ha cambiado radicalmente el mapa social de la superpotencia comunista.
La clase media china será el principal actor económico del Siglo XXI. Por ende, será la mayor consumidora del “supermercado del mundo”.
Las proyecciones de crecimiento de la economía china indican que la clase media se seguirá engrosando con preferencias de consumo cada vez más diversas y sofisticadas. Se estima que el consumo privado crecerá a una media anual del 5,5% hasta 2030 en China, consolidado como motor de la economía asiática y mundial. La nueva clase media china tiene algunos rasgos distintivos que conviene destacar. En primer lugar, el consumo ocupa un lugar central de la vida, sobre todo de los más jóvenes. Consumir es sinónimo de bienestar y felicidad, en una sociedad mayoritariamente atea y que supo padecer grandes carencias materiales. Por otra parte, esta nueva clase media es fundamentalmente urbana y se caracteriza por un marcado pragmatismo, elevado nivel educativo y ansias de progreso permanente. El consumo se produce principalmente de manera online. China es uno de los países con mejor conectividad y mayor cantidad de teléfonos celulares per cápita. Gran parte de la vida de los chinos pasa por el teléfono móvil, medio que acapara el grueso de las transacciones. En China ya casi ni se usan las tarjetas y los billetes. Por ello, una empresa de productos elaborados o servicios que no opere en las principales plataformas de comercio online, como TMall o Taobao, no existe en el mercado chino.
En China, consumir es sinónimo de bienestar y felicidad, en una sociedad mayoritariamente atea y que supo padecer grandes carencias materiales.
En el último “Día de los Solteros”, promocionado por Alibaba, se produjo un nuevo récord de ventas. Sólo esa empresa concretó operaciones por más de 25.000 millones de dólares, un 60% más que en 2016. La impresionante cifra representa, por caso, cerca del doble de las ventas online en Brasil a lo largo de un año. El gobierno argentino debiera tener un grupo de expertos abocado a estudiar las aspiraciones y comportamientos de las clases medias de China y del resto de Asia, nuevo epicentro de la economía global. Y el empresariado local debiera acompañar en esa dirección. Sin embargo, son pocos los que muestran intenciones de invertir e innovar para proyectarse a esos mercados, sin mayores incentivos de papá Estado. Mientras tanto, del otro lado de la cordillera se da el caso inverso. Los productores de vino y frutas finas de Chile no encuentran techo a la demanda que reciben desde China. Desearían tener el potencial argentino en esos y tantos otros productos para seguir enriqueciéndose y acrecentando el superávit comercial de Chile con China. De este lado, seguimos especializados en porotos de soja (80% de nuestras ventas) y nos quejamos del déficit comercial y las importaciones. La historia de nunca acabar. * Master of China Studies (Universidad de Zhejiang) y Magíster en Políticas Públicas (FLACSO). Politólogo y docente universitario (UCA). Director de Diagnóstico Político.