Yan Lianke (en chino, 阎连科, Yán Liánkē) nació en 1958 en el seno de una familia humilde en un pequeño pueblo de la provincia de Henan, donde tanto su familia como el resto de la comunidad se dedicaban a la agricultura. Siendo todavía adolescente, Yan Lianke escuchó que una joven campesina había conseguido abandonar los campos y establecerse en la capital de la provincia gracias a la publicación de una novela. Fue en ese momento cuando Yan Lianke concluyó que, si quería dejar atrás la pobreza y conseguir una educación, debía ser escritor. Para ello decidió alistarse en el ejército, donde le permitieron estudiar Ciencias Políticas y Educación. En el ejército, se encargaba de apuntar en una pizarra las consignas políticas del partido para las tropas. Haciendo pequeñas modificaciones a las consignas hizo ver a sus superiores que tenía un gran talento para la escritura y lo destinaron al Departamento de literatura del ejército. Comenzó a escribir historias para algunos periódicos en las que ensalzaba al partido y exaltaba la revolución comunista, además de otras tareas de escritura como redactar las cartas de sus compañeros, soldados, que no sabían escribir. Aún en el ejército, Yan Lianke comenzó a distanciarse de la literatura propagandística y a publicar novelas de temática más libre. La primera, “El ocaso del estío”, una novela en contra de la guerra, se publicó en 1992 y se prohibió en 1994. Más tarde, en “Servir al pueblo” describió el escarceo amoroso entre un soldado y su amante, esposa de un general, los cuales alcanzaban el clímax destrozando imágenes maoístas. Esta novela también fue prohibida y le costó la expulsión del ejército. Pero Yan Lianke continuó escribiendo. En 2003 publicó “Los besos de Lenin”, cuyo protagonista es un oficial del partido a cargo de un pueblo llamado Buenavida. Dicho oficial decide aprovechar el hecho de que todos los habitantes de Buenavida tienen una minusvalía, que les proporciona a la vez una habilidad excepcional, para recaudar dinero suficiente como para comprar el cuerpo embalsamado de Lenin y que este sirva de atractivo para los turistas.
La escritura de Yan Lianke se caracteriza por la belleza e insistencia de su prosa poética, la narrativa bíblica y las pormenorizadas descripciones que se hace del entorno natural.
En su siguiente novela, “Sueño en la aldea Ding”, publicada en 2006, Yan Lianke narra la historia real de varios pueblos de la provincia de Henan en los que, en los años 90, miles de campesinos contrajeron el virus del sida a través de agujas infectadas cuando se les extraía sangre para venderla ilegalmente. En 2011, después de casi dos décadas reflexionando sobre cómo proyectar la novela y cuatro años para plasmarla en el papel, llega “Los cuatro libros”. Estas tres últimas novelas están prohibidas en China. Sin embargo, han empujado a Yan Lianke a cierto reconocimiento internacional, entre ellos el Premio Kafka Internacional en 2014. En la actualidad, Yan Lianke es profesor de Literatura en la Universidad Popular de Pekín. Los cuatro libros Yan Lianke nació en 1958, el mismo año en que Mao Zedong lanzó el Gran Salto Adelante, una campaña de medidas económicas, políticas y sociales que llamaba a la movilización del pueblo para la rápida industrialización del país. , lo que pretendía conseguir que China alcanzara un nivel de producción industrial superior al de los países occidentales en un período de solo 10 años. Para ello, una de las medidas más polémicas fue la de la fundición del hierro, que apremiaba a los campesinos para que fundieran todos los artilugios de metal que se encontraban a su alcance (tazas, orinales, hoces, rastrillos, hachas, etc.) y que, una vez fundidos, sirvieran para construir maquinaria industrial y contribuir al desarrollo del país. Esta llamada masiva a la fundición de hierro obligó a los campesinos a abandonar su trabajo en las cosechas para dedicarse en exclusiva a la producción de hierro fundido. Este hecho, sumado a los diversos desastres naturales acontecidos en el mismo periodo, dio lugar a una época de escasez de alimentos tal que condujo a lo que hoy en día se conoce como la Gran Hambruna China, que acabó con la vida de 30 millones de personas, según las estimaciones. En ese periodo también se llevó a cabo una política de “reeducación” que consistía en cerrar muchas universidades y enviar a los jóvenes a “reeducarse” al campo para aprender de los campesinos y a través del trabajo físico. Se organizaban en brigadas que trabajaban los cultivos y su estancia podía llegar a durar años. Muchos escritores, profesionales y estudiosos fueron además víctimas de una campaña que los calificaba de “derechistas” o “antirrevolucionarios” y también fueron enviados a dichos campos de trabajo para “reeducarse”. Es en esta época en la que se desarrolla “Los cuatro libros”.
Utiliza un lenguaje a veces oscuro y ambiguo similar al de la Biblia en chino y no solo concede atributos casi divinos al Partido, sino que hace alusiones al Apocalipsis, a la Creación, etc.
El título de esta obra hace una clara referencia a “Los Cuatro Libros” del canon confuciano. En sus cuatro libros, Yan Lianke entrelaza las distintas vertientes de su relato, en el que, según afirma el autor, “simplemente quise retratar un período que ha sido olvidado, incluso por los intelectuales. Los recuerdos de la hambruna sólo perduran en los pueblos”. La historia se desarrolla en el campo 99, uno de los campos de “reeducación” que alberga a varios cientos de intelectuales. Algunos de los personajes retratados son “el escritor”, “el erudito”, “la música”, “el técnico de laboratorio”, etc. El primer libro, denominado “El niño del Cielo”, describe el poder del Partido Comunista a través de la figura de un niño. El niño dirige el campo 99 y tiene la actitud inocente e ingenua propia de un niño cuando va a ver “a los de arriba”, mientras que demuestra su poder y crueldad cuando lidia con los trabajadores del campo 99. El segundo libro se denomina “El antiguo cauce”, aludiendo a la localización del campo 99, en las llanuras salinas del antiguo cauce del río Amarillo. En esta parte, el protagonista es “el escritor”, que narra en primera persona su visión de los acontecimientos y se debate a lo largo de la historia entre la dignidad y la mezquindad. En el tercer libro, “Notas sobre los criminales”, se presentan las notas que “el escritor” redacta por orden del niño. En ellas explica los hechos que suceden en el campo y que se escapan a la vista del niño y denuncia a aquellos compañeros que tienen comportamientos ilegales, “derechistas” o “antirrevolucionarios”. El cuarto libro es “El nuevo mito de Sísifo”. En él, el autor reinterpreta el ensayo de Albert Camus en el que se relata el mito griego de Sísifo que, tras enfadar a los dioses, es castigado a empujar una roca hasta la cima de una colina para después dejarla caer y, cada día, repetir el mismo eterno y absurdo proceso. En este caso, Yan Lianke invita a la reflexión comparando las dos laderas de la colina con la oposición entre Oriente y Occidente. La huella literaria A pesar de que “Los cuatro libros” está fuertemente enmarcada en la historia de China, lo más valioso de esta novela es su huella literaria. La escritura de Yan Lianke se caracteriza por la belleza e insistencia de su prosa poética, la narrativa bíblica y las pormenorizadas descripciones que se hace del entorno natural. Yan Lianke juega con la estructura de la lengua y la construcción de las palabras, incluso llegando a construir palabras nuevas (como “re-formación”, en lugar de “reeducación”). Emplea la ironía para hacer frente a hechos importantes de la historia y sorprende usando un lenguaje poético y espeso para describir el entorno, mientras recurre a la expresión sencilla para narrar las partes más macabras y trágicas. Utiliza un lenguaje a veces oscuro y ambiguo similar al de la Biblia en chino y no solo concede atributos casi divinos al Partido, sino que hace alusiones al Apocalipsis, a la Creación, etc. En cuanto al entorno natural, las descripciones son extremadamente detalladas y constantes a lo largo de cada capítulo, haciendo referencia al color y las características de la luz del sol, de la tierra, del cielo, de los cultivos, etc. Al analizar la obra, Yan Lianke afirmó que estaba más orgulloso de la forma que del contenido, además de destacar que, para él, lo más importante era la libertad de expresión. Con ello no se refiere a saber escapar de la censura sino que, en sus propias palabras considera: “Todo autor chino cree que su escritura es libre e ilimitada, pero solo porque no somos conscientes de las restricciones que hemos interiorizado: lo más escalofriante es cómo nos censuramos a nosotros mismos. Necesitamos adquirir cierto grado de libertad interna. No podemos culpar de todo a los censores del Estado”.