El sistema de asambleas populares de China vuelve a estar en el centro de atención con la apertura, este martes, de la sesión anual de la XIV Asamblea Popular Nacional (APN), el máximo órgano legislativo del país.
   
Para advertir la real importancia que tienen las asambleas populares, es preciso saber que constituyen los cimientos del funcionamiento político de la república. En la cúspide del mismo se encuentra la APN, que es el órgano supremo del poder estatal.

Según la Constitución, todos los órganos administrativos, de supervisión y de control del Estado deben ser creados por las asambleas populares, rendir cuenta ante las mismas y estar sujetos a su supervisión.

Un principio importante del sistema de asambleas populares, y un requisito básico de su diseño institucional, es que el poder de todos los órganos estatales y su personal esté sujeto a supervisión y controles.

Hay más de 2,7 millones de diputados en los cinco niveles de las asambleas populares, incluyendo casi 3.000 diputados de la APN.

El sistema está diseñado para incluir a personas de diversos orígenes y cubrir un amplio espectro de la sociedad.
   
Trabajando a tiempo parcial, los diputados de diversos niveles son canales clave para hacer oír la voz de la gente.
Los diputados de la APN participan activamente en los asuntos estatales. En la sesión plenaria anual, revisan y votan temas como la elección del presidente y vicepresidente de China cada cinco años, además de presentar diversas propuestas.

Cuando la APN concluya su sesión anual, el Comité Permanente de la APN ejercerá su poder y celebrará sesiones para deliberar y adoptar leyes, entre otros asuntos.
   
Este año marca el 70º aniversario del establecimiento de la APN. Desde el 15 de septiembre de 1954, cuando unos 1.200 diputados elegidos por sufragio universal se reunieron en Beijing para asistir a la primera Asamblea Popular Nacional, el sistema ha proporcionado una garantía institucional al Partido Comunista de China.