Cuenta la leyenda que nació en 1967 en un pequeño pueblo de la provincia de Sichuan, que el entorno de montañas y ríos en el que creció despertaron sus sueños de fotógrafo, que se hizo millonario porque no consiguió una linda torta de cumpleaños para su madre, que dedicó décadas de su vida a mostrar imágenes de una naturaleza pocas veces vista, que la ONU lo nombró “Héroe del Clima” y que – como si todo esto fuera poco – se dio el gusto de construir en seis años un impresionante museo para compartir su obra. La leyenda, o breve biografía, pertenece al prestigioso fotógrafo chino Luo Hong, también reconocido en China por ser el dueño de la exitosa cadena de panadería “Hollyland”. “Al principio, la fotografía era sólo un sueño, pero más tarde se convirtió en una creencia la posibilidad de utilizar la belleza del cielo y la tierra para despertar la belleza de los corazones de las personas”, suele explicar Luo.
"La posibilidad de utilizar la belleza del cielo y la tierra para despertar la belleza de los corazones de las personas se convirtió en una creencia".
Esa creencia a la que alude Luo le permitió recorrer – durante más de veinte años – los lugares más recónditos del planeta, desde el Tibet de su China natal, al desierto de Namibia, la Patagonia argentina y chilena, la Antártida, el norte de Europa y América del Norte y Central. “Viajé a lugares fuera de lo común y capturé la belleza poco conocida de la naturaleza”, destaca. Quizás, el mejor ejemplo de esta suerte de comunión entre naturaleza y fotografía lo experimentó en África, un continente al que viajó 53 veces desde 2001. “Sólo cuando llegué a África – evoca - vi la convivencia armoniosa entre la naturaleza, los seres humanos y los animales. La naturaleza está incompleta sin vida”. Fiel a este principio, su obra combina una mirada artística de los paisajes naturales y la vida silvestre, con un mensaje que busca sensibilizar sobre la importancia de preservar el medio ambiente.
“Viajé a lugares fuera de lo común y capturé la belleza poco conocida de la naturaleza”, afirma Lou.
La posibilidad de mostrar la “rara belleza de la Tierra y la vida de manera panorámica” es, quizás, lo que mejor define la obra de Luo Hong. Se trata de una búsqueda artística que, facilitada por la disponibilidad de recursos económicos, abre ventanas diferentes sobre sitios que muchos creen conocer, pero que jamás imaginaron en semejante dimensión. A partir de esta premisa, el Museo de Arte Luo Hong impacta con una serie de gigantografías de lo que podría llamarse el “techo del mundo”, es decir, la cima de algunos de los picos y cadenas montañosas más espectaculares del planeta. Las imágenes, tomadas desde helicópteros, van desde el Himalaya a la montaña sagrada de Daocheng Yading, la Namcha Barwa, el Meili Snow Peak, el pico Kawagebo y el Fitz Roy, entre otras maravillas. El museo se encuentra en el distrito de Shunyi, en el noreste de Beijing, muy cerca del aeropuerto internacional de la capital china. Considerado el museo de arte de fotografía personal más grande de China, cuenta con un microcine y tres áreas de exhibición: la Sala de Exposiciones de Fotografía Luo Hong, el Grupo de Paisajismo del Jardín Oriental y la Sala de Arte Black Swan Cake.