Liljana Arsovska, sinóloga de El Colegio de México (Colmex), tiene más de 30 años de experiencia en la traducción e interpretación del chino al español y fue la encargada de traducir el libro "Yo no soy una mujerzuela", del autor chino Liu Zhenyun, el cual fue publicado en México por Siglo XXI Editores. Sin embargo, aquí cabe mencionar un detalle: ese no es el título original de la obra, sino Yo no soy Pan Jinlian. Arsovska y la editorial consideraron que mantener en español el título original no decía mucho a los lectores hispanohablantes, por lo que ella decidió sustituir el nombre de Pan Jinlian por la palabra “mujerzuela”. “Pan Jinlian, en la historia china, es una femme fatale. En la esfera cultural china, la gente entiende qué quiere decir que una mujer sea Pan Jinlian, pero en México no tiene ningún significado, así que tuve que buscar un referente, y utilicé la palabra ‘mujerzuela’, que no es tan fea como otras palabras de significado similar”, aclara la experta. Este cambio en el título de la novela es un ejemplo de tratamiento cultural en una traducción, algo que, de acuerdo con Arsovska, es una herramienta que los traductores usan para manejar las diferencias culturales en una obra.
"Es necesario darle información adicional al lector que le facilite la lectura, pero sobre todo que le permita disfrutarla, y que la lectura transcurra con dos atributos: dar placer e informar".
“En el caso específico de 'Yo no soy una mujerzuela', la película basada en esta novela se proyectó hace algunos años, y el título en inglés fue 'Yo no soy Madame Bovary.' Eso es un ejemplo de tratamiento cultural. No importa si Madame Bovary y Pan Jinlian se parecen o no. Es una referencia cultural que el público al que va dirigida la traducción comprende”, explica Arsovska. Historia con características chinas Cuando Arsovska terminó de traducir el libro, se lo envió a algunos colegas para pedir su opinión y se dio cuenta de que, si bien la traducción era fiel al original, era necesario acercar algunos aspectos histórico-culturales a los potenciales lectores hispanohablantes para que la obra fuera completamente clara. La tragedia de la protagonista de la novela se desata a partir de la política de planificación familiar de un solo hijo implementada en China en 1982. Cuando se da cuenta de que está embarazada por segunda vez, idea un plan junto con su esposo: se divorciarán, él se quedará con el hijo que ya tienen, y ella pasará sola todo el embarazo y el parto. Después de que nazca el segundo hijo, ambos se casarán de nuevo y así no violarán ninguna ley.
“Pan Jinlian, en la historia china, es una femme fatale. En la esfera cultural china, la gente entiende qué quiere decir que una mujer sea Pan Jinlian, pero en México no tiene ningún significado, así que tuve que buscar un referente".
El problema comienza cuando el esposo no quiere volver a casarse con ella, pues ya ha contraído nupcias con otra mujer, que, por cierto, también espera un hijo de él. Ahí empieza un peregrinar por parte de la protagonista para pedir que se haga justicia en su caso, pero la tarea será más complicada de lo que ella misma imagina. “Para que la historia sea completamente comprensible y más atractiva para el público hispanohablante, hay que explicar qué fue esta política de planificación, pero hay que ir más allá”, señala Arsovska. Raíces profundas De acuerdo con la experta, la familia extendida fue durante milenios el núcleo de la sociedad china. “Todas las relaciones familiares tenían un gran peso: hasta cuatro generaciones viviendo bajo el mismo techo y un entretejido de relaciones entre primos, sobrinos, cuñados, etc. Los individuos no eran solo su nombre, sino el rol que jugaban en la familia: primer hermano, segundo hermano, etc.”. En la cúspide de esta pirámide estaba el hombre mayor, jefe de familia, responsable de la relación de todos los miembros de su clan con el mundo externo. En la casa mandaba la mujer mayor, la madre de todos bajo el mismo techo. En ese núcleo se tejían todo tipo de relaciones humanas, desde el nacimiento hasta la muerte. “En esas familias, todos se preocupaban por sus miembros y tenían a quién recurrir. En ese entonces, era muy fácil ser individuo, porque cada individuo era como el eslabón de una cadena, formaba parte de algo que daba mucha estabilidad”, subraya. “Las diferencias culturales en la familia, en el sistema político de China, en la vida de un individuo, como la campesina protagonista de esta novela, requieren un prólogo. Es necesario darle información adicional al lector que le facilite la lectura, pero sobre todo que le permita disfrutarla, y que la lectura transcurra con dos atributos: dar placer e informar”, concluye Arsovska. Finalmente, la literatura contemporánea china nos ayuda a conocer a los chinos, que en sus espaldas cargan todo lo que hoy nos sorprende de China y nos hace admirarla.