La modernización es un proceso histórico global que tiene su origen conceptual en Occidente. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, con la explosión de la Revolución Industrial en Gran Bretaña, el concepto de modernización comenzó a formarse y se difundió ampliamente en Europa y América del Norte. La Revolución Industrial en Gran Bretaña no solo dio lugar a un salto en la tecnología y un gran aumento en la productividad, sino que también provocó cambios profundos en la estructura social. Este proceso se convirtió en el modelo ideal de desarrollo para otros países. De esta manera, la modernización se definió como el proceso de transición de una sociedad agraria tradicional hacia una sociedad industrializada, urbanizada y moderna. A finales del siglo XIX y principios del XX, este concepto se teorizó aún más y se convirtió en un estándar global para medir el progreso de un país. Sin embargo, la modernización no siguió un camino único y uniforme en la práctica de diferentes países. El proceso de modernización en los países desarrollados de Europa y América del Norte a menudo se basó en la expansión colonial, la reconfiguración global de recursos y un orden internacional desigual. Con el tiempo, cada vez más países en desarrollo comenzaron a explorar caminos de modernización que se adaptaran a sus propias circunstancias, en lugar de simplemente imitar el modelo de desarrollo occidental. A principios del siglo XIX, después de pasar por varios siglos de dominio colonial, los países latinoamericanos fueron los primeros en obtener su independencia a nivel global. En comparación con muchos países de Asia y África, América Latina emprendió el camino hacia la modernización más de un siglo antes, situándose a la vanguardia.
Los enormes éxitos de la reforma y la apertura de China son considerados un milagro en la historia económica de la humanidad.
Por lo general, se considera que el proceso de modernización en América Latina pasó por tres etapas: 1. Desde la década de 1870, caracterizada por el modelo de exportación de productos primarios. 2. Desde la década de 1930 hasta principios de los años 80, con un modelo de industrialización por sustitución de importaciones. 3. Desde finales de los años 80, con la transición democrática y la implementación del modelo neoliberal. Entre la década del ‘30 hasta principios de los ‘80 fue el período dorado de la modernización en América Latina. Gracias a la política de Industrialización por Sustitución de Importaciones, los gobiernos fomentaron y protegieron las nuevas industrias, con un enfoque inicial que buscó satisfacer la demanda interna, dando lugar a un floreciente movimiento de industrialización. En este lapso se adoptaron también políticas de integración económica regional. La economía latinoamericana experimentó más de veinte años de crecimiento estable entre 1950 y 1973, con Brasil y México alcanzando un proceso crecimiento económico tan notable que se los calificó como el “Milagro Brasileño” y el “Milagro Mexicano”. Durante este período, se logró la exitosa transición de países agrícolas a industriales, impulsando el crecimiento económico y la democratización política. Estos logros reflejaron la sabiduría y el esfuerzo del pueblo latinoamericano, dejando una huella significativa en la historia del desarrollo global. Sin embargo, junto con los grandes logros, el proceso de modernización en América Latina también enfrentó algunos desafíos. La dependencia de la tecnología y el capital extranjeros del modelo ISI limitó su desarrollo sostenible a largo plazo. Con el tiempo, este modelo reveló problemas de insuficiente innovación tecnológica y falta de impulso para el desarrollo independiente. Además, en la década de 1990, algunos países latinoamericanos enfrentaron serios desafíos durante las reformas neoliberales. En el caso chino, el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China del año 2022 resumió las experiencias teóricas y prácticas de la construcción de la modernización socialista. En su informe, se presentó la “modernización china” como un concepto en términos de enorme magnitud poblacional, de prosperidad común de todo el pueblo, de coordinación entre la civilización material y la espiritual, de coexistencia armoniosa del ser humano y la naturaleza, y de seguimiento del camino del desarrollo pacífico.
La modernización china no se basa en la colonización, la expansión exterior ni la intervención depredadora.
En los primeros años de la República Popular China (desde 1949) el país acababa de derribar las tres montañas del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, y se encontraba en ruinas, al igual que muchos países de América Latina al inicio de su independencia. Sin embargo, más de setenta años después, China se convirtió en la segunda economía más grande del mundo y en un país de ingresos medios-altos per cápita. En los más de cuarenta años de reforma y apertura, China superó con éxito la “trampa del ingreso medio” que afectó a muchos países en desarrollo, manteniendo un crecimiento económico de alta velocidad sin precedentes. El país no perdió el control efectivo sobre su sistema financiero a pesar de abrirse al capital extranjero, siendo el único país emergente que ha sufrido una crisis financiera sistémica. El gobierno chino prestó gran atención a la distribución de los ingresos, evitando la desconexión entre el crecimiento económico y el desarrollo social, erradicando la pobreza por completo y logrando la prosperidad común. Durante el proceso de transformación económica, se puso especial énfasis en la innovación tecnológica y el desarrollo de la propiedad intelectual independiente, evitando la falta de progreso tecnológico que debilita el desarrollo. Los enormes éxitos de la reforma y la apertura son considerados un milagro en la historia económica de la humanidad, y China ha conseguido, en un corto periodo, una superación histórica en la modernización como “países de desarrollo tardío”. Un dato para destacar es que la modernización china no se basa en la colonización, la expansión exterior ni la intervención depredadora, sino que se sustenta en las propias condiciones del país, en el trabajo arduo, en los logros notables y en la cooperación de beneficio mutuo con el mundo. La teoría y práctica de la modernización china presentan una solución china a la humanidad, brindando nuevas opciones y oportunidades de desarrollo. El cambio y el desarrollo siempre fueron los temas centrales del siglo XXI. En este contexto histórico, las experiencias de modernización compartidas entre América Latina y China ofrecieron nuevos enfoques teóricos, ideas y ejemplos prácticos para la vasta mayoría de los países en desarrollo. En primer lugar, el desarrollo de la modernización requiere seguir un camino que sea acorde con las condiciones nacionales y las características propias de desarrollo. La experiencia de América Latina y China puso en evidencia que simplemente imitar los modelos occidentales no resuelve los problemas fundamentales propios y, lo que es más importante, no crea una fuerza capaz de resistir la hegemonía externa. En segundo lugar, la innovación tecnológica y científica es el núcleo para hacer realidad un perenne desenvolvimiento. Tanto China como América Latina mostaron a través de sus esfuerzos en este campo la importancia del progreso tecnológico en la promoción de la modernización de un país. En tercer lugar, valorar y fortalecer la investigación y la construcción de un sistema teórico de desarrollo independiente es considerado el camino ineludible para materializar un desarrollo nacional sólido. El camino de desarrollo de un país debe basarse en una teoría arraigada en su realidad local y que siga las tendencias de la época. Por último, la estabilidad política es un factor clave para garantizar el avance exitoso de la modernización en un país. Las lecciones en la historia de los países latinoamericanos, donde el proceso de modernización se vio obstaculizado por la agitación política, así como la experiencia de China, que promovió con éxito la modernización a partir de un entorno político estable, subrayan la importancia de la estabilidad política para el desarrollo nacional. *Catedrática de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing (BFSU), China