Brasil es el país más vasto y de mayor demografía de América Latina. Como uno de los primeros países en iniciar el proceso de modernización, la economía más grande de América Latina y miembro del BRICS, Brasil nunca ha dejado de explorar su propio modelo de desarrollo en el camino hacia la modernización, manteniendo siempre el sueño de ser una potencia internacional. Entre el ideal y la realidad Tras la independencia, la economía del café se convirtió en el motor que impulsó la economía nacional, junto con la "política del café" derivada de ella, estableció una base sólida para el inicio de la modernización de Brasil. A mediados del siglo XX, Brasil avanzó plenamente la industrialización. En los años 50 y 60, la economía brasileña despegó rápidamente y logró el "milagro brasileño", lo que convirtió a Brasil en el primer país en desarrollo del mundo en establecer un sistema industrial completo. Fue durante este periodo de desarrollo cuando se comenzó la construcción de Brasilia. En abril de 1960, en tan solo cuatro años, la que es hoy la capital "más joven" del mundo, Brasilia, se levantó en la vasta meseta brasileña. Brasil trasladó su capital desde Río de Janeiro a Brasilia. La idea de construir Brasilia no fue un pensamiento espontáneo, sino que se remonta a 1823, justo después de la independencia del Imperio de Brasil. En aquel entonces, José Bonifácio propuso trasladar la capital al interior y bautizarla con el nombre "Brasilia", con el fin de acelerar el crecimiento de la población en el interior y proteger la capital de posibles invasiones marítimas. Sin embargo, no fue hasta 1956 cuando la idea empezó realmente a ponerse en práctica, gracias al lema del presidente brasileño Kubitschek "cincuenta años de progreso en cinco años". El objetivo del presidente Kubitschek era promover un desarrollo equilibrado en todo el país mediante la construcción de una nueva capital, con el objeto de impulsar el proceso de modernización de Brasil. La vista aérea de Brasilia se asemeja a la de un avión, con la "Plaza de los Tres Poderes" en la cabeza de avión, formada por el Palacio Presidencial, el Congreso, el Tribunal Supremo de Justicia y los edificios de los diversos ministerios del gobierno. El cuerpo corresponde a las zonas comerciales, culturales y de transportes. La cola incluye las áreas militares, industriales y residenciales. Asimismo, la ciudad cuenta con zonas de ocio. El diseño urbano simboliza la velocidad y la fuerza, destacando la ideología desarrollista y la búsqueda de la modernización, reflejando la visión política de un país en auge. Los planificadores esperaban que, con la construcción de Brasilia, no sólo cambiaran la fisonomía de la ciudad sino también la estructura social de Brasil, creando una sociedad nueva, moderna, igualitaria y democrática. El noble ideal de "establecer una sociedad más igualitaria" y su avanzado concepto de diseño modernista han recibido amplios elogios. En 1987, Brasilia fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad y aclamado por UNESCO como un "hito en la historia de la planificación urbana". El surgimiento de Brasilia ya no se limita a consideraciones de seguridad nacional. El rápido traslado de la capital es una muestra de confianza en la fortaleza económica de Brasil y en los resultados de su industrialización. Es una afirmación de la autoestima nacional del pueblo, un reflejo del sueño de gran nación y, además, simboliza el inicio de un nuevo camino de desarrollo autónomo del país, más allá de las dos antiguas capitales de la época colonial, Salvador y Río de Janeiro.
El traslado de la capital simboliza el inicio de la modernización del interior y la unificación de todas las partes de Brasil.
El traslado de la capital también refleja un cambio en la visión del desarrollo nacional, lo que indica que Brasil ha desplazado su atención de mirar hacia fuera a dentro, de la dependencia del exterior a la identificación de sí mismo. Brasilia, tal como la imaginó Kubitschek, era la capital"que uniría a toda el país". El traslado de la capital simboliza el equilibrio en la distribución económica y de recursos, la prevención de la división interna, la superación de la "enfermedad urbana" de la costa sureste, el inicio de la modernización del interior y la unificación de todas las partes de Brasil. La construcción de Brasilia no sólo persigue el doble objetivo de la seguridad nacional estratégica y el desarrollo económico, sino que también representa la ambición de Brasil en la ola de modernización. Esta ciudad se considera como un emblema de Brasil hacia la industrialización, una ventana que muestra la imagen moderna del país y un símbolo de la capacidad y determinación de Brasil para convertirse en una potencia económica. ¿Cómo acabar con la brecha de la diferencia? Sin embargo, a menudo existe una brecha entre lo ideal y lo real. Brasil es un país donde la desigualdad de riqueza es extremadamente grave. En portugués, los barrios marginales son conocidos como "Favelas", y han crecido salvajemente junto con el llamado "Milagro Brasileño" en grandes ciudades como Río de Janeiro y São Paulo. Brasilia se creó con ideales utópicos, pero con el paso de tiempo, las diferencias entre las clases sociales no se han aliviado fundamentalmente, sino que se han solidificado por las estructuras de la ciudad. La división de espacio de Brasilia ha intensificado la segregación social. Esa ciudad ideal, que originalmente no tenía diferencias de clase, finalmente se ha convertido en un microcosmos de la estratificación y la segregación social. Este cambio no sólo supone un desafío para el propio desarrollo de Brasilia, sino que también exige una profunda reflexión sobre las políticas sociales de Brasil. En 1985, el gobierno militar devolvió el poder al pueblo. En 1988 nació la octava Constitución de Brasil, en ese momento, habían pasado más de 100 años desde la promulgación de la primera Constitución. La Constitución de 1988 estableció básicamente el sistema político actual de Brasil: Brasil es una república federal que ejerce la democracia representativa, adopta un sistema presidencialista y efectúa la separación de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Tras más de 30 años de desarrollo, el sistema democrático de Brasil se ha consolidado y estabilizado. Desde finales de los años 90 del siglo XX, las fuerzas políticas de izquierda han continuado madurando y creciendo. Las historias de vida del presidente Lula, de origen humilde, y de la presidenta Rousseff, inmigrante de Bulgaria, ilustran plenamente la madurez y solidez del sistema democrático de Brasil. El gobierno de izquierda siempre ha considerado la reducción de la brecha entre ricos y pobres como una responsabilidad nacional y ha establecido instituciones especializadas para intentar acabar con la brecha de la desigualdad mediante la redistribución de ingresos y políticas sociales. La inclusión social es un elemento central en la agenda política del gobierno actual. El gobierno de Lula ha tomado medidas para reducir la pobreza y la desigualdad. Además, el gobierno ha promovido la universalización de los servicios educativos y de salud para asegurar que todos los ciudadanos brasileños tengan acceso a servicios básicos.
La inclusión social es un elemento central en la agenda política del gobierno del presidente Lula Da Silva.
El gobierno de Lula también ha prestado especial atención a los grupos marginados. Se han implementado proyectos sociales y económicos específicos para fomentar la integración social y la autosuficiencia económica de estos grupos. Como uno de los países con mayor selva tropical del mundo, la protección ambiental y la sostenibilidad son temas cruciales para el gobierno de Lula, lo que no sólo ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también crea nuevas oportunidades de crecimiento económico y empleo en Brasil. La estrategia de potencia Desde enero de 2023, cuando Lula asumió la presidencia por tercera vez, el "regreso de Brasil" ha sido el tema principal de su política exterior, reflejando la intención del nuevo gobierno de restaurar la posición internacional de Brasil. Fortalecer el estatus internacional de Brasil y demostrar su fuerza como gran país es precisamente el ideal de una potencia emergente que se tenía al inicio de la construcción de Brasilia. Las prioridades de la estrategia exterior de Lula para su nuevo mandato incluyen principalmente los siguientes cinco puntos: restaurar la credibilidad de Brasil en la comunidad internacional y reconstruir su imagen en el escenario internacional, defender activamente el multilateralismo y fortalecer la cooperación internacional, intensificar las relaciones bilaterales con socios clave, reforzar las relaciones con los países del Sur global y profundizar la cooperación Sur-Sur, robustecer la cooperación regional para promover el proceso de integración regional. Lula, tras asumir el cargo, logró revertir la situación de aislamiento diplomático sin precedentes de Brasil durante la era de Bolsonaro. La estrategia aislacionista de Bolsonaro provocó degradaciones de las relaciones de Brasil con casi todos los principales socios y debilitó la influencia de Brasil en la comunidad internacional. Lula dedicó mucho tiempo a una activa diplomacia presidencial, visitando y recibiendo a varios jefes de estado y de gobierno, asistiendo a conferencias internacionales de alto nivel, reforzando de nuevo las relaciones bilaterales con socios clave como Estados Unidos, China, la Unión Europea, Japón y Argentina. El gobierno de Lula organizó con éxito una cumbre de presidentes de Sudamérica, fortaleció la cooperación con países de la cuenca amazónica y con naciones de bosques tropicales a través de la cumbre. Además, el gobierno de Lula obtuvo con éxito la sede de la Cumbre de Líderes del G20 en 2024 y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2025. El gobierno de Lula enfatiza la importancia del multilateralismo y participa activamente en organizaciones e instituciones multilaterales como las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, el G20, el BRICS y el Foro de Diálogo entre India, Brasil y Sudáfrica. Desde la perspectiva del multilateralismo, el objetivo de Brasil es formular una agenda ambiental sostenible, avanzar en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio, ampliar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y reformar las instituciones financieras internacionales. El problema ambiental representa un desafío estratégico significativo que ha recuperado un lugar central en la agenda internacional de Brasil, especialmente en el cambio climático y la promoción del desarrollo sostenible, el gobierno de Lula ha demostrado una postura activa de cooperación internacional. En las relaciones bilaterales, Brasil mantiene una postura universalista para crear posibilidades de alianzas en distintas regiones. Brasil sostiene una relación madura e igualitaria con Estados Unidos y aboga una estrategia ambiciosa para Asia-Pacífico, al mismo tiempo que intenta recuperar una posición equilibrada en Oriente Medio. Las relaciones bilaterales con Estados Unidos, China y Argentina constituyen pilares importantes para la participación de Brasil en los asuntos internacionales. El gobierno de Lula se centra en el diálogo con Estados Unidos sobre una amplia gama de temas del orden internacional, como la democracia, el cambio climático y la gobernanza global. Con China, Brasil ha explorado el establecimiento de una "asociación estratégica a largo plazo", con la esperanza de incorporarse a la iniciativa de la Franja y la Ruta. La relación bilateral de Brasil y Argentina es clave para avanzar el proceso de integración regional. El gobierno de Lula considera la cooperación Sur-Sur como una prioridad en su estrategia exterior. Dar importancia a la colaboración con países latinoamericanos y africanos es otro aspecto crucial de la estrategia exterior del gobierno de Lula. Al profundizar la cooperación Sur-Sur, Brasil no sólo puede ampliar su influencia en los asuntos internacionales, sino también fomentar el desarrollo económico y los intercambios tecnológicos. El gobierno de Lula está impulsando activamente el proceso de integración regional. En abril de 2023, Brasil anunció su regreso a la Unión de Naciones Suramericanas y, a finales de mayo, recibió en Brasilia a los presidentes de los países sudamericanos. Actualmente, el gobierno brasileño se dedica a fomentar el avance de la identidad común entre los países sudamericanos, el fortalecimiento de la posición de Brasil como potencia regional y el cumplimiento de sus responsabilidades. Brasil considera que, mediante el fortalecimiento de la cooperación y la integración regional, se pueden defender mejor los intereses comunes de Latinoamérica y aumentar la influencia de la región en los asuntos globales. Desde la planificación y construcción de Brasilia, no es difícil percibir el gran sueño que tenía como fin mostrar su unidad nacional y el ideal de ser una gran potencia. La política interna y la estrategia exterior del gobierno de Lula son esencialmente un eco, una continuación y una remodelación de los ideales en la intención original de construir Brasilia. Internamente, el gobierno de Lula intenta reducir la desigualdad social y elevar los niveles de educación y salud para llenar la brecha entre ricos y pobres, lo que no solo refleja la búsqueda de un desarrollo equilibrado dentro del país, sino que también es una condición necesaria para la estabilidad y prosperidad a largo plazo. En el exterior, la estrategia de gran potencia del gobierno de Lula pretende elevar el estatus e influencia internacional de Brasil y destacar la ambición y la responsabilidad de Brasil como gran potencia. Las políticas internas y estrategias externas del gobierno de Lula son, sin duda, una interpretación contemporánea del concepto de modernización que simbolizaba el desarrollo nacional y la voluntad política al inicio de la co