Las "mujeres de consuelo" que trabajaban como esclavas sexuales de los soldados japoneses aparecían en todos los territorios que invadían los nipones a comienzos de la década de 1930 y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ese aspecto de la historia no fue divulgado hasta principios de los 90, cuando una mujer surcoreana dio la cara y otras la imitaron, exigiendo ayuda y admisión de culpa de parte de los japoneses. Desde entonces, los dos países han mantenido diferencias en torno a qué tan mal fueron tratadas estas mujeres por los japoneses y qué debe hacer Japón en compensación. Un acuerdo firmado en el 2015 no resolvió el asunto. Y cuando activistas surcoreanas instalaron una estatua de "mujeres de consuelo" frente al consulado japonés en la ciudad coreana de Busán, Japón retiró su embajador a título temporal y suspendió conversaciones sobre temas económicos. Las diferencias incluyen distintas interpretaciones de la expresión "mujeres de consuelo". Los dos países la usan, pero con distintos significados. ¿Quiénes eran? La expresión original japonesa, "ianfu", es un eufemismo que alude a las mujeres enviadas a los denominados "puestos de consuelo" en las zonas de combate. Reclutadas o capturadas en Japón, la península coreana, China, las Filipinas, Indonesia y otros países de Asia, fueron usadas en cientos de burdeles supervisados por los militares, que fijaban las tarifas, las horas de servicio y las normas higiénicas.
Historiadores japoneses calculan que fueron entre 20.000 y 200.000, dependiendo de los parámetros empleados. Algunas eran mujeres de familias pobres, según los historiadores.
La idea era evitar las enfermedades venéreas y que los soldados japoneses violasen a las mujeres de los territorios que invadían. Japón dice que no sabe cuántas mujeres de consuelo hubo. Historiadores japoneses calculan que fueron entre 20.000 y 200.000, dependiendo de los parámetros empleados. Algunas eran mujeres de familias pobres, según los historiadores. Con el correr del tiempo, los japoneses secuestraron a muchas mujeres, incluidas menores, y las engañaron para que trabajasen en burdeles, según dijeron algunas de ellas. Después de la guerra los soldados estadounidenses también usaron sus servicios. La versión japonesa Las mujeres de consuelo fueron consideradas inicialmente víctimas de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y se pensó que venían mayormente de Corea del Sur y las Filipinas. A partir de 1990 muchas de ellas comenzaron a viajar a Japón para exigir al gobierno una disculpa y compensaciones. Durante su primer mandato como primer ministro (2006-07), el gobierno de Shino Abe dijo que no había documentación que comprobase que las mujeres fueron reclutadas por la fuerza u obligadas a trabajar en los burdeles. En el 2016 Abe dijo que estaba mal hablar de "esclavas sexuales" y que la cifra de 200.000 mujeres de consuelo era exagerada. Se solidarizó con estas mujeres, pero opinó que eran víctimas de tráfico sexual. Negó una y otra vez que hayan sido obligadas a trabajar como esclavas sexuales y su gobierno pidió a las Naciones Unidas que elimine esa expresión en sus documentos oficiales.
En 1995 Japón pagó casi 44 millones de dólares a ser usados en proyectos médicos y otros programas que favorecieron a más de 280 personas, incluidas 61 surcoreanas.
Japón ofreció una disculpa en 1993 y una comisión investigadora del gobierno concluyó que muchas mujeres fueron llevadas en contra de su voluntad y "vivieron en la miseria, bajo un ambiente coercitivo". En 1995 Japón pagó casi 44 millones de dólares a ser usados en proyectos médicos y otros programas que favorecieron a más de 280 personas, incluidas 61 surcoreanas, aunque muchas rechazaron el dinero y siguen exigiendo una disculpa. Japón sostiene que ya resolvió todas sus cuentas pendientes con Corea del Sur en un acuerdo sellado en 1965. La interpretación de los surcoreanos La mayoría de los surcoreanos usan la expresión "mujeres de consuelo" heredada del régimen colonial japonés. Hay quienes dicen que es una burla al sufrimiento de esas mujeres, pero las mujeres mismas tienden a preferirlo y a no ser asociadas con el estigma de ser llamadas esclavas sexuales. La surcoreana es una sociedad muy conservadora que valora la castidad de la mujer y a la que le costaba hablar de las relaciones sexuales abiertamente en los años 90, cuando muchas mujeres comenzaron a denunciar sus experiencias. El gobierno surcoreano emplea la expresión "mujeres de consuelo de los soldados japoneses" en atención a los deseos de las víctimas. Y esa es la expresión que se ha generalizado incluso entre las agrupaciones defensoras de los derechos de estas mujeres. De las 239 que se registraron como mujeres de consuelo para conseguir subsidios y otros beneficios, solo 40 siguen vivas. Los expertos creen que muchas nunca dieron la cara.