731: sale a la luz una de las mayores masacres biológicas de la historia

Fue perpetrada por el Ejército Imperial Japonés contra miles de prisioneros chinos, coreanos y de otras nacionalidades. En julio se estrenará la película dirigida por Linshan Zhao.
Llibres - 2025-03-24
El próximo 31 de julio de 2025 se estrenará en China "731 Revelaciones Bioquímicas", una película dirigida por Linshan Zhao que pone en el centro de la escena uno de los episodios más atroces y menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial: los crímenes de la Unidad 731 del Ejército Imperial Japonés. 

A pesar de la brutalidad de los experimentos biológicos llevados a cabo en esta instalación secreta en la ciudad de Harbin, en el noreste de China, estos crímenes han sido ampliamente ignorados en Occidente. La historia de la Unidad 731 sigue siendo una de las páginas más oscuras del conflicto y un recordatorio de la necesidad de preservar la memoria histórica para evitar que tales horrores se repitan.

La Unidad 731 fue establecida en 1936 por el general Shiro Ishii, un médico y oficial japonés obsesionado con la guerra bacteriológica. Con el pretexto de desarrollar armas biológicas para el Ejército Imperial Japonés, este centro llevó a cabo experimentos inhumanos en miles de prisioneros chinos, coreanos, rusos y de otras nacionalidades. 

Las víctimas, muchas de ellas civiles, fueron sometidas a pruebas médicas brutales sin anestesia, incluyendo la vivisección, la exposición a enfermedades mortales como la peste bubónica y el cólera, la congelación extrema de extremidades y la prueba de armas químicas sobre cuerpos vivos.
Uno de los aspectos más impactantes de la Unidad 731 fue el uso de seres humanos como cobayos en ensayos de guerra biológica.
Uno de los aspectos más impactantes de la Unidad 731 fue el uso de seres humanos como cobayos en ensayos de guerra biológica. Los prisioneros eran infectados deliberadamente con patógenos para estudiar el progreso de las enfermedades y su potencial destructivo en escenarios de combate. En algunos casos, se liberaban pulgas portadoras de peste en poblaciones chinas para observar la propagación de la infección. Estos experimentos no solo buscaban la aniquilación de los enemigos del Imperio Japonés, sino también la creación de armas biológicas que pudieran ser utilizadas en conflictos a gran escala.

A pesar de la magnitud de estos crímenes, la mayoría de los responsables nunca enfrentaron la justicia. Tras la rendición de Japón en 1945, Estados Unidos decidió encubrir los experimentos de la Unidad 731 a cambio de los datos obtenidos en las investigaciones. 

En lugar de ser juzgado como criminal de guerra, Shiro Ishii y sus colaboradores recibieron inmunidad a cambio de compartir sus conocimientos con el gobierno estadounidense, que en plena Guerra Fría buscaba desarrollar su propio programa de armas biológicas. Este pacto de silencio permitió que los horrores de la Unidad 731 quedaran en gran medida fuera de la memoria histórica occidental.

Mientras que en Europa los crímenes de guerra nazis fueron juzgados en los Juicios de Núremberg y su memoria ha sido ampliamente difundida, la historia de la Unidad 731 ha permanecido en las sombras.
Japón ha evitado abordar estos crímenes en sus libros de historia y, en algunos casos, ha negado su existencia.
A excepción de algunos historiadores y documentalistas, la mayoría de los países occidentales han mostrado poco interés en este episodio, lo que ha contribuido a la falta de reconocimiento de las víctimas y a la impunidad de sus perpetradores. 

Japón, por su parte, ha evitado abordar estos crímenes en sus libros de historia y, en algunos casos, ha negado su existencia. Este negacionismo ha generado tensiones diplomáticas con China y Corea del Sur, que siguen exigiendo justicia y reconocimiento por las atrocidades cometidas.

La película "731 Biochemical Revelations" busca precisamente romper este silencio y traer a la luz un capítulo de la historia que no puede ser olvidado. A través de la mirada de un personaje ficticio, el filme retrata los horrores que se vivieron dentro del complejo y la lucha de las víctimas por mantener su dignidad en medio de la barbarie. 

Se trata de un esfuerzo cinematográfico que no solo denuncia los crímenes de guerra cometidos por el Ejército Imperial Japonés, sino que también busca sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la memoria histórica y la necesidad de evitar que tales atrocidades se repitan.
El caso de la Unidad 731 es un recordatorio de hasta dónde puede llegar la crueldad humana cuando la ciencia es utilizada con fines destructivos y cuando la impunidad se impone sobre la justicia. En un mundo donde las armas biológicas siguen siendo una amenaza latente, el estudio de estos crímenes de guerra no es solo una cuestión histórica, sino también una advertencia para el futuro. La falta de un juicio y la omisión deliberada de estos hechos en la historia oficial de muchos países han permitido que el horror de la Unidad 731 permanezca en el olvido, pero la memoria de las víctimas sigue viva en quienes insisten en contar su historia.

El estreno de "731 Biochemical Revelations" llega en un momento crucial, en el que la comunidad internacional debe reflexionar sobre la necesidad de reconocer y condenar todas las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, sin excepciones ni silencios convenientes. El cine, como medio de comunicación masivo, puede desempeñar un papel fundamental en la divulgación de estos hechos y en la lucha contra el olvido. La esperanza es que este filme no solo informe al público sobre los crímenes de la Unidad 731, sino que también impulse un debate global sobre la impunidad y la justicia histórica.

Con esta película, China busca dar voz a las víctimas y recordar al mundo que la memoria de estos crímenes no puede ser enterrada.