Onna-bugeisha fue un tipo de mujer guerrera perteneciente a la nobleza japonesa, muchas de las cuales participaban en las batallas junto a los samurái masculinos tradicionales. Lo cierto es que estas mujeres también eran miembros de la clase bushi (samurái) en el Japón feudal y fueron entrenadas en el uso de las armas para proteger su hogar, familia, y honor en tiempos de guerra. Significativos iconos como Tomoe Gozen, Nakano Takeko, y Hojo Masako son famosos ejemplos de Onna bugeisha. Mucho antes de la aparición de la famosa clase samurái, las luchadoras japonesas eran intensamente entrenadas para manejar una espada y una lanza. Aprendieron a utilizar naginata, kaiken, y el arte de Tanto Jutsu en la batalla. Dicha formación aseguró la protección de las comunidades que carecían de combatientes masculinos. Una de estas mujeres, más tarde conocida como la emperatriz Jingu (169-269), usó sus habilidades para provocar cambios económicos y sociales. Ella fue legendariamente reconocida como la onna bugeisha que dirigió una invasión de Corea en 200 d.c, después de que su marido Chuai, el decimocuarto emperador de Japón, muriera en la batalla.
Eran intensamente entrenadas para manejar una espada y una lanza. Aprendieron a utilizar naginata, kaiken, y el arte de Tanto Jutsu en la batalla.
De acuerdo con la leyenda, ella condujo la milagrosa conquista japonesa de Corea sin derramar una gota de sangre. A pesar de las controversias que rodean su existencia y sus logros, fue un ejemplo para todas las onna bugeisha. A diferencia de la katana, usada universalmente por sus equivalentes samurái masculinos, las onna bugeisha empleaban como arma más habitual la naginata, una variedad de lanza de hoja curva de gran versatilidad. La preferían sobre todo por su longitud, que permitía compensar la mayor fuerza y tamaño corporal de oponentes masculinos manteniéndolos a distancia. Además, de forma similar al yari, la naginata es muy efectiva en pelea mano a mano y relativamente eficiente contra la caballería. A través de su uso por muchas mujeres samurái legendarias, la naginata se ha convertido en uno de los símbolos icónicos de la mujer guerrera. Además de la naginata, las onna bugeishas empleaban también armas a distancia como el arco y las flechas, ya que las ventajas masculinas tradicionales como la fuerza física cuentan mucho menos en el combate a distancia.
Se desconoce el lugar donde yacen los restos de la emperatriz Jingu, pero se designó una tumba ubicada en Misagi-cho, en Nara, como su lugar de reposo y oración.
La emperatriz Jingu fue la primera mujer en aparecer en un billete de banco en Japón en 1881. Ya que no existen imágenes de ella, las imágenes modernas son parte del imaginario posterior a su vida y corresponden a una interpretación artística. Se desconoce el lugar donde yacen sus restos, pero se designó una tumba ubicada en Misagi-cho, en Nara, como su lugar de reposo y oración. En el imaginario contemporáneo ha servido como referencia en diversas artes como literatura, poesía, pintura y escultura.