El cine de Taiwán no se asusta con los zombies

El director Joe Chien intentó aprovechar la popularidad de estas producciones y se animó con "Zombie 108" y "Zombie Fight Club", dos películas muy diferentes para lo que se espera del tradicional cine taiwanés.
Fuente: Yuangfang Magazine - 2017-05-14
La temática zombie se ha convertido en un verdadero fenómeno de recaudación en la industria cinematográfica mundial. Y las productoras asiáticas, en general, y taiwanesas, en particular, no han sido la excepción. "Zombie 108" y "Zombie Fight Club", son las dos únicas películas de Taiwán que se han animado a incursionar en el tema. El director de ambas películas, Joe Chien, intentó aprovechar un buen momento para dar a su país (y a sí mismo) un poco de visibilidad y reconocimiento dentro de una cinematografía global.

La primera (2012) fue "Zombie 108", la típica historia del apocalipsis zombie que empieza con un brote vírico y se va expandiendo sin que nadie pueda remediarlo por todo Taipei; en una ciudad en la que todo era vicio y vandalismo, ahora reinan los zombies y la policía se tendrá que aliarse con el ejército e incluso con las bandas de gangsters para hacer frente a esta nueva amenaza. En medio de todo el caos destacarán algunos personajes que acabarán con unos cuantos zombies y podrán sobrevivir entre el caos.

La segunda de las películas del mismo director es "Zombie Fight Club" (2014), donde el apocalipsis zombie sucederá en un solo edificio, y no en una ciudad, y como consecuencia de unas drogas especiales, no como un brote vírico que no se sabe de dónde surge. A pesar de las diferencias persiste el mismo propósito: unos cuantos personajes dispares deberán sobrevivir entre el caos de zombies. El director va un poco más lejos y crea una segunda parte de la película con los supervivientes en la que han pasado unos años y la gente rica ha creado unos juegos (como los romanos) en los que los humanos se tienen que enfrentar con los zombies.
Estas dos películas suponen el acercamiento a un tipo de cine comercial pero de género fantástico y terror de un país que siempre ha apostado por otro tipo de cine (más personal y reflexivo).
Suponemos que la primera de las dos fue sólo un tipo de experimento y acercamiento al género, para ver cómo reaccionaba el mercado local y saber si se podría exportar una producción de estas características; se eligió un argumento muy típico en un momento en el que en Hollywood se estaba empezando a innovar con películas de zombies algo distintas, se intentó darle una fotografía algo acentuada para que pareciera una producción de mayor calidad y se introdujo una mezcla muy diversa de géneros (artes marciales, acción, horror, erotismo…). 

En la segunda, el director aprendió de sus errores y fue por otro camino: buscando también aprovechar la historia típica, pero con un giro en la segunda parte que la convertía en una película única, también se concentró más en ofrecer una película de pura acción, aprovechando escenas de otras películas asiáticas (se nota mucho la influencia de "The Raid") y llevando el género a una visión algo más personal. En esta ocasión se nota un mayor presupuesto, invertido sobretodo en efectos especiales.

Estas dos películas suponen el acercamiento a un tipo de cine comercial pero de género fantástico y terror de un país que siempre ha apostado por otro tipo de cine (más personal y reflexivo). A juzgar por el resultado, es difícil creer que se vuelva a invertir en este tipo de producciones.