Viaje al corazón de la novela india

El escritor Chandrahas Choudhury visitó la Argentina y ofreció una verdadera clase magistral sobre las obras de los grandes escritores de la India en el siglo XX. De la obra "Jhootha Sach" de Yashpal a "Six Acres and a Third" de Fakir Mohan Senapati.

Redacción Llibres - 2017-07-05
El novelista indio Chandrahas Choudhury dio una verdadera clase magistral sobre la novela de su país como agente de la historia, haciendo referencia a las meditaciones narrativas y dilemas humanos en las obras de los grandes escritores de la India en el siglo XX.
 
El escritor ofreció una conferencia en el Museo del Libro y de la Lengua, en la ciudad de Buenos Aires, luego de ser presentado con el director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel. En su presentación, habló sobre autores como Gopinath Mohanty y Fakir Mohan Senapati (oriya), Yashpal (hindi), Bankimchandra Chatterji y Bibhutibhushan Bandyopadhyay (bengalí), UR Ananthamurthy (kannada), Amitav Ghosh (inglés) y Sadat Hasan Manto (urdu). 
 
Choudhury es un novelista y ensayista indio que vive en Nueva Delhi. Su primera novela, "Arzee the Dwarf", fue finalista del premio Commonwealth First Book, y traducida al español por la editorial Plataforma de Barcelona bajo el título "El pequeño rey de Bombay". Su nueva novela, "Nubes", se publicará en enero de 2018. 
 
A continuación, el texto completo de su conferencia "La novela india como agente de la historia": 

Es una verdad reconocida universalmente que los seres humanos experimentan sus vidas como arraigadas no precisamente en el tiempo, sino en la historia. Para interpretar la historia, recurren a una variedad de instrumentos: experiencia personal y memoria cultural, ideología política e historiografía, y aún más mitos e historias. Entre estos instrumentos, uno específicamente sofisticado es la novela.
 
¿Qué es lo notable de la novela como un prisma de la historia, o de las historias? ¿Por qué debemos recurrir a la novela como una forma de comprender la historia de la India moderna, o de Asia del Sur? Después de todo, puede debatirse que como forma de cuento, y ni hablar de historia, la novela no tiene mucha aceptación en India, ya que no es una forma autóctona ni masiva. En India desembarcó mucho más tarde que en Europa, tan solo hace 150 años. El cine es mucho más popular, y los cuentos y convenciones narrativas épicas como el Ramayana que informan sobre la vida cotidiana y el razonamiento moral, mucho más que la novela.
 
Independientemente de su dificultad de origen, el hecho de no ser una forma masiva, que requiere miles de horas de compromiso de parte del consumidor, y que para su total disfrute no solo supone alfabetización (una gran demanda en una sociedad como la de India) sino de prosa discursiva, aún sobre otras formas narrativas, como un prisma de la historia. Tan pronto como llegó a India a través del colonialismo británico, los escritores hindúes a lo largo de todo el espectro de idiomas revivieron rápidamente al potencial de la novela de generar significado en un nuevo espacio entre la ficción y la realidad, el cuento y la historia.
El novelista era un tipo de Dios (responsable, eficaz) que podía, aún solo dentro del mundo de un texto, poner en marcha un mundo perceptible y reflexionar sobre su creación.
¿Cuáles son estas ventajas? ¿Qué podría hacer la novela con la historia que la historiografía no podría?
 
Desde los comienzos de la novela en India, y aún con más fuerza apenas echó raíces en el nuevo país, los novelistas hindúes se dieron cuenta de que se les había otorgado algo así como una varita mágica. Esto era: el poder persuasivo (y subversivo) del cuento, un mundo imaginario que se parece profunda y detalladamente al familiar, que se hace realidad con gran convicción en el tiempo pasado, como si narrara cosas que realmente sucedieron.
 
Significativamente, a pesar de su aparente transparencia, la novela es una forma que integra de manera invisible el realismo y el idealismo, siempre describiendo e interpretando lo que existe desde la perspectiva implícita de aquello que podría o debería haber sido. Las novelas más poderosas interpretan la realidad de una posición privada que es trágica o cómica, inquietante política y socialmente. Combinadas desde varios puntos de vista, y que exigen un lector activo para que examine exhaustivamente una maraña de aseveraciones sinceras y a la vez pícaras, las novelas podrían motivar el argumento racional y la crítica social, ironizar y desestabilizar las simplificaciones de la retórica política.
 
El novelista era un tipo de Dios (responsable, eficaz) que podía, aún solo dentro del mundo de un texto, poner en marcha un mundo perceptible y reflexionar sobre su creación. Éste tenía la libertad de vagar por espacios del pasado que no podían ser accedidos de otra manera sino a través de la imaginación. La novela también ofrecía el potencial de pensar sobre la historia no de manera linea, sino dialéctica, en intercambios entre personajes, o cambios de perspectiva entre el narrador y sus personajes. Todo esto hace que el espacio de la novela sea particularmente tierra fértil para el razonamiento histórico.

De hecho, la preocupación con la historia hindú, uno de los palimpsestos más antiguos y más ricos del mundo, es un hilo que atraviesa la obra de algunos de los novelistas hindúes más grandes, entre más de dos decenas de idiomas y tradiciones literarias.
 
Consideremos la novela excesivamente pícara, satírica y ligera de Fakir Mohan Senapati "Six Acres and a Third", escrita en oriya en 1902 y traducida al inglés en 2006. La trama de la novela de Senapati gira en torno al complot del propietario de una aldea para usurpar la pequeña propiedad de unos humildes tejedores. 
"Pregúntele a un nuevo babu el nombre del padre de su abuelo, y él vacilará", gruñó el narrador. "Pero los nombres de los ancestros de Carlos III de Inglaterra le saldrán fácilmente".
Esto también ese la aldea hindú en el momento cúlmine del colonialismo, y los primeros lectores del cuento de Senapati estarían alegres con las muchas críticas gratuitas del narrador contra las instituciones británicas nuevas y desconcertantes, administradas por una nueva clase gobernante de hindúes educados al estilo británico. "Pregúntele a un nuevo babu el nombre del padre de su abuelo, y él vacilará", gruñó el narrador. "Pero los nombres de los ancestros de Carlos III de Inglaterra le saldrán fácilmente". 
 
El cuento parece generar, por lo tanto, un argumento sobre la historia y la resistencia política. India debe deshacerse de su dominio colonial ya que han deslegitimado muchos de los sistemas tradicionales de conocimiento y verdades de la sociedad hindú, y en el proceso transformaron a la India moderna en un país mimético y falso. El argumento continúa hoy en India en debates entre "aquellos a favor de la occidentalización" y aquellos que buscarían la forma autóctona de ser modernos. 
 
La postura irónica de Senapati hacia los británicos plantea una nueva pregunta. ?Era la sociedad de las aldeas hindúes tradicionales en sí misma muy inteligente, justa o equilibrada? ? Está él simplemente buscando volver a formas del pasado? A medida que avanza el cuento, vemos que los sentimientos anticoloniales no han cegado al narrador a la necesidad de someter su propia postura al escrutinio de la sátira. Cuando escuchamos que "el cura era muy estimado en la aldea, especialmente por las mujeres", y que "la diosa se le aparecía frecuentemente en sus sueños, y le hablaba de todo, "también deja al desnudo al complacencia y perplejidades del Hinduismo Brahmánico, como también la incredulidad sobre aquellos que depositarían su confianza en dicho orden.
 
La ironía de Senapati es efectiva no pese a, pero su doble cara. Lleva a un punto útil tanto en nuestro tiempo como en el suyo; la crítica de un "otro" claramente destacado: para los hindúes a comienzos del siglo veinte, los británicos; para los nacionalistas hindúes hoy, los musulmanes y cristianos, generalmente legitimando una fe generalizada y complaciente en la visión propia que uno tiene sobre el mundo; la búsqueda de la verdad o el significado en la historia seguirá siendo una farsa sino va a acompañada de la capacidad de autocrítica. El argumento implícito de la novela es liberador no porque sea reconfortante o inspirador, sino precisamente porque desilusiona. La ficción en sí misma muestra cómo los seres humanos son criaturas generadoras de ficción, y por lo tanto deberán tener especial cuidado al verificar lo que creen son verdades fundacionales.

Un tipo diferente de ironía novelesca, cósmica más que cómica, se propaga a partir de "This Is Not That Dawn", la reciente traducción al inglés de la ópera prima de mil páginas del novelista hindi Yashpal de 1950 acerca de la Partición, "Jhootha Sach" (literalmente, "The False Truth"). Siguiendo las vidas y amores de un hermano y una hermana por los mundos de Lahore y Nueva Delhi en los años anteriores y posteriores a la Partición, la novela de Yashpal genera miles de opiniones alternativas de ese cataclismo desde los puntos de vista hombre y mujer, hindú y musulmán, hindúes y pakistaníes (aún cuando estas nuevas identidades surgieron y se materializaron a futuro y de manera retroactiva).
 
Aquí hay historia a gran escala, individual, nacional, humana, todo al mismo tiempo. Cada postura o dilema del personaje conlleva su propia carga distintiva de esperanza, memoria, convicción, duda, fe, inocencia, prejuicio, y fatalismo; un vasto espectáculo de seres humanos nadando valientemente con y en contra de las mareas de la historia. Si el narrador en sí mismo tiene algo para decir sobre la lógica o validez de la partición de India, permanece dividido entre los personajes, y debe ser intuido por el lector.
 
Pero de hecho, el sentimiento que nos llevamos de la novela de Yashpal no es el de un cuento completamente trágico. Por supuesto, la Partición destrozó un sentido especial compartido y estable históricamente, aunque no conceptualizado, de lo que significa ser hindú. Como percibimos de la búsqueda del protagonista Jaidev Puri, de armar su propio diario en base a la idea de un motivo secular, lo que significa ser hindú, en una república nueva democrática y secular, habría implicado la construcción basada en un nuevo cimiento en cualquiera de los casos. En cierto momento de la historia, la tragedia y el progreso pueden estar unidos de manera inseparable. 
 
Como muestran estos ejemplos, el trabajo de las novelas no se limita a la mera representación de realidades históricas, aunque aquí es donde pueden comenzar. Por el contrario, una novela puede ser una intervención creativa en la historia en sí misma, un representante real de la historia, que pasa al lector quien a su vez pasa a través de su campo narrativo su diagnóstico y sus poderes visionarios. De hecho, desde Bibhutibhushan Bandyopadhyay hasta U. R. Ananthamurthy, Bankimchandra Chatterjee hasta Kiran Nagarkar, Qurratulain Hyder hasta Salma, Phanishwarnath Renu hasta Amitav Ghosh, los novelistas han generado algunas de las visiones más estratificadas y sofisticadas de la historia hindú de los últimos dos siglos.
 
En realidad, son ellos mismos reinsertados en el lienzo de la historia hindú, los proyectos de la novela hindú y la de su democracia, ambas formas relativamente nuevas en la historia hindú, que increíblemente parecen similares, y quizá de igual manera incompletas. Como la democracia en India ha buscado, a lo largo de las últimas siete décadas, fabricar un nuevo contrato social en una civilización profundamente jerarquizada, la gran novela hindú ha intentado no solo encontrar, sino formar un nuevo tipo de lector/ciudadano, vivo tanto ante las inequidades como al potencial redentor de la historia hindú.