En medio de la espiritualidad que rodea todo viaje a India, recorrer las calles de Nueva Delhi en los llamados Tuck Tuck, o rickshaws, puede convertirse en una experiencia religiosa. Porque sólo se puede atribuir a un milagro colectivo que cada día, sin excepciones, transcurra sin que se produzcan miles de accidentes entre los automóviles, micros, bicicletas y estos pintorescos transportes populares, que convierten el tránsito indio en una peligrosa aproximación al infierno. Con esta introducción cuasi mística, Pawan Chandua sólo puede ser presentado en sociedad como un gurú urbano, que se burla de todas las reglas de tránsito imaginables y, a pesar de ello, es capaz de detenerse a escasos centímetros de lo que, para un simple humano, sería un choque seguro.
Las leyes de tránsito son letra muerta en las principales ciudades de India. Fiel a esta premisa, Pawan no respeta carriles, dobla en "U" y usa el puño como improvisada luz de guiño.
Tiene 53 años y, como buen veterano, conoce todos los trucos y mañas de su actividad. No respeta carriles, dobla en "U" cuando se le ocurre y toca bocina en todo momento, como si se tratara de algo tan vital como respirar. Para doblar tiene un método infalible: estira el brazo y empieza a abrir y cerrar la mano, convirtiendo su puño en una virtual "luz de guiño". –¿Cuál es el secreto para no chocar? –Sencillo, mucha bocina y mucho espejo. Pawan trabaja doce horas diarias para recaudar alrededor de 2000 rupias (unos 275 pesos argentinos). Cuando traslada a turistas les cobra más y es capaz de dedicar varios minutos a un regateo de precios en el que siempre sale ganando. Pero si se trata de compatriotas de condición humilde, la tarifa por un kilómetro no supera las 25 rupias ($ 3), mientras que la cantidad de pasajeros puede ser tan flexible como la capacidad que tengan para "acomodarse".
El Tuck Tuck es uno de los medios de transporte más económicos en India. Por supuesto, existe una tarifa mucho más cara para los turistas que quieren sentir la experiencia de movilizarse como lo hacen los más humildes.
Conduce desde hace tanto tiempo que ya no recuerda sus inicios y, didáctico, explica que el nombre "Tuck Tuck" fue importado por turistas procedentes de Bangkok, donde se utilizan unas motitos parecidas. "Pero cuidado –aclara–, porque en India tienen diferentes nombres. En Delhi los llamamos así y los pintamos de verde y amarillo; pero en Mombay se llaman 'Oto' y son de color negro y amarillo." Diversidad vial que le dicen. Vestido siempre de un blanco impecable, sólo sonríe cuando algún pasajero elogia su prolijidad, en comparación con otros colegas que suelen trabajar descalzos y mucho más despreocupados por su apariencia personal. "Lo importante es que lo lleven a donde usted quiera", dice generoso y tirándose a menos. Un gesto que, como todos sabemos, lo tira a más.