“El Ministerio de la Felicidad Suprema” no sólo es el título de la última novela de la escritora india Arundhati Roy, sino que define una iniciativa prácticamente desconocida en todo el mundo. Ocurre que en la estructura estatal de la India, y de otros pocos países, existe un Ministerio de la Felicidad que se encarga de impulsar iniciativas para que sus ciudadanos sean, como su nombre lo indica, simplemente más felices. Inspirado por Bután, el estado indio de Madhya Pradesh (el segundo más populoso del país, con 70 millones de habitantes) ha creado en 2016 un Ministerio de la Felicidad con el objetivo de garantizar "la alegría en la vida de la gente común", según destacó el ministro y autor de la iniciativa, Shivraj Singh Chouhan. Con el asesoramiento de un panel de expertos, la misión del organismo es observar el bienestar de la población y enseñar cómo ser más felices y tolerantes a través de 70 programas sociales relacionados con el arte, el yoga, la meditación y otras prácticas espirituales.
La misión del organismo es observar el bienestar de la población y enseñar cómo ser más felices y tolerantes a través de programas sociales relacionados con el arte, el yoga, la meditación y otras prácticas espirituales.
Para medir el índice de felicidad y comprobar si se cumplen los objetivos, también seguirán el ejemplo de Butan. Normalmente, el grado de satisfacción se mide con una tasa de crecimiento económico, algo "no del todo correcto", según explica Chouchan, quien recuerda que su país "creyó lo contrario durante siglos". “Hay otras cosas que pueden aportar esa alegría”, aclara. Respecto a Bután, hace décadas rechazó el PIB como única forma de medir la prosperidad. En ese país, la Felicidad Nacional Bruta (FNB) tiene prioridad sobre la riqueza material y se basa en cuatro pilares: – El desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario. – La protección y promoción de valores culturales. – La conservación del medio ambiente. – Un buen gobierno. Este indicador se mide a partir de decenas de factores, desde el bienestar psicológico hasta el uso del tiempo. Otros países han promovido iniciativas similares. En 2013, Venezuela creó el Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, mientras que Ecuador cuenta con una Secretaría del Buen Vivir. "¿Para qué sirve un Gobierno si no se preocupa por la felicidad de la gente?", se pregunta Ohood bint Khalfan Roumi, la ministra de la Felicidad de Emiratos Árabes Unidos. Esta mujer es consciente de que algunos se pueden burlar de su cargo, creado hace un año para promover una actitud positiva, pero insiste que la felicidad es "una ciencia" y "un asunto serio para el Gobierno".
En Bután, ejemplo del que se inspiró la India, la Felicidad Nacional Bruta (FNB) tiene prioridad sobre la riqueza material.
Roumi ya ha dado pasos concretos, que incluyen desarrollar una encuesta para determinar cómo se sienten los empleados, el grado de satisfacción en las oficinas públicas mediante emoticonos, un Diálogo Global sobre Felicidad en el marco de la Cumbre Mundial de Gobierno o la campaña '100 días de pensamiento positivo' para estudiantes y profesores. Su organismo recibe peticiones diversas, desde "Mis padres no aceptarán mi matrimonio. ¿Puede ayudar a convencerlos?" hasta "Tengo una multa de tránsito. ¿Puede arreglarlo?" o, simplemente, "Por favor, háganos felices". Unas de sus medidas más curiosas fue la creación de una Patrulla de la Felicidad: policías que, en vez de lugar multas, entregan regalos a los conductores que no violan las normas. Sin embargo, la iniciativa de ese Gobierno también tiene opositores, que aconsejan que sus autoridades también se ocupen del respeto de los derechos humanos. En este marco, España es el último país en unirse al club: en abril el foro organizado por Nueva Economía e Innovación Social (NESI Forum) abrirá el primer centro para medir la FIB porque "la economía debe contribuir a mejorar la felicidad" y estar al servicio de las personas, no al revés, según indica el director de ese evento, Diego Isabel La Moneda. El especialista insiste en que debemos "cambiar los indicadores de éxito" y desarrollar nuevos índices que nos permitan conocer qué necesita la gente para ser feliz "y satisfacerlo". De hecho, el Centro Butanés de la Felicidad Interior Bruta abrirá una delegación en España para ayudar a establecer medidas que permitan lograr un desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente y hacer que la gente sea más feliz.