"¿Hay librerías en Nigeria?" Mientras lo pregunta, la periodista francesa Caroline Broué se da cuenta que algo va mal. Chimamanda Ngozi Adichie la mira incrédula y en la sala se hace el silencio. La escritora alarga la pausa y el público que asiste a la rueda de prensa empieza a alborotarse. Con una sonrisa incómoda, Broué trata de justificarse: "desgraciadamente en Francia hablamos poco de Nigeria, pero cuando hablamos de Nigeria, hablamos de Boko Haram, hablamos de problemas de violencia, de problemas de seguridad. Me gusta porque tú nos hablas de otra Nigeria, de facetas desconocidas. Por eso le pregunto: ¿hay librerías en su país?" Chimamanda persiste algunos segundos más en su silencio, sonríe y responde, conteniéndose: "¿Sabes? Dice muy poco de los franceses que me tengas que hacer esa pregunta. Lo creo de verdad. Estamos en 2018, por favor. Mis libros son leídos en Nigeria. Se estudian en las escuelas, no solo en Nigeria sino en toda África, y esto significa mucho para mi."
"¿Sabes? Dice muy poco de los franceses que me tengas que hacer esa pregunta. Lo creo de verdad. Estamos en 2018, por favor", respondió la escritora nigeriana.
Esta incómoda escena se produjo la semana pasada, cuando la escritora de origen nigeriano fue invitada por el Ministerio de Exteriores francés como huésped de honor en en La Nuit des Idées que celebraba el Instituto Francés. Caroline Broué dirigía la entrevista y, a juzgar por su lenguaje corporal que revelaba incluso antes de formular la pregunta, era consciente de lo provocativa que sonaría. Como trató de explicar después, con la pregunta pretendía evidenciar los sesgos racistas de la representación mediática y cultural de los países africanos en Occidente. Sin embargo, el mero hecho de contraponer librerías y Nigeria, cultura y África fue una exhibición terrible de prejuicios sobre los nigerianos.
En Facebook destacó que la pregunta que le habían hecho conectaba con la idea retrógrada de África como un continente "tan lejano, tan patológicamente diferente, que los no-africanos no pueden hacer suposiciones razonables sobre cómo es la vida allí".
Más tarde, Chimamanda lo explicaba en un post de Facebook que ampliaba su respuesta. Señalaba que la pregunta que le habían hecho conectaba con la idea retrógrada de África como un continente "tan lejano, tan patológicamente diferente, que los no-africanos no pueden hacer suposiciones razonables sobre cómo es la vida allí". Las librerías están en declive en todo el mundo, seguía Chimamanda, "pero la pregunta '¿hay librerías en Nigeria? no iba de esto. Iba sobre dar legitimidad a una ignorancia básica, privilegiada, deliberada, tediosa y arrolladora sobre África. Y no tengo paciencia para eso. Quizá los franceses no puedan concebir Nigeria como un lugar en el que pueda haber librerías. Y esto, en 2018, en la era de internet y la interconexión, es una pena".