Se trata de un ritual budista realmente extraño. Con el objetivo de deshacerse dignamente de las muñecas usadas y viejas, y para evitar las repercusiones espirituales o la mala suerte de simplemente tirarlas a la basura, el templo Hōkyō-ji realiza un servicio funerario especial para las muñecas de aquellos que deseen presentarles sus respetos. Días antes de la celebración de este ritual, quienes deseen deshacerse de una o varias muñecas, deben entregarlas en el templo y pagar una cantidad de dinero por cada una de ellas. Luego, se exhiben en una zona pública del templo para que todo el que visite el lugar pueda verlas por última vez.
Las monjas del templo Hōkyō-ji se reúnen delante del túmulo funerario de las muñecas, situado en el recinto del templo, donde yacen las cenizas de las muñecas incineradas en años anteriores.
Las muñecas son colocadas con sumo cuidado y delicadeza para que muestren una postura y un rostro bonitos. Finalmente, cada 14 de octubre, a las 10:30 de la mañana, las monjas del templo Hōkyō-ji se reúnen delante del túmulo funerario de las muñecas, situado en el recinto del templo, donde yacen las cenizas de las muñecas incineradas en años anteriores. Una mujer vestida como menina o tayū (太夫), preside el ritual junto con otras dos mujeres vestidas como princesas imperiales medievales. Es la oportunidad de dar un final digno y muy especial a alguna muñeca vieja, que las familias ya no quieren mantener por diversas razones.
Quienes acuden a este ritual lo hacen para evitar una posible mala suerte, aunque reconocen no estar seguros.
Cuando se pregunta a los asistentes si realmente puede dar mala suerte tirar las muñecas simplemente a la basura, lo habitual es obtener una respuesta dubitativa. En efecto, quienes acuden a este ritual lo hacen para evitar esta posible mala suerte, aunque reconocen no estar seguros. Los japoneses tienen diferentes posturas frente al hecho religioso y, aunque celebran numerosos rituales a lo largo de su vida, en algunas oportunidades lo hacen más por superstición que por una fe profunda, aunque por supuesto existen excepciones. Lo más sorprendente es ver a algunos niños acercarse a los muñecos y mirarlos con deseo, preguntando algunas veces a sus padres si pueden rescatar alguno llevándoselo a casa. Otro de los sitios donde se realiza este ritual el santuario Meiji Jingu de Tokio, aunque lo hace el 15 de octubre.