El comienzo de la apertura y reforma impulsadas por Deng Xiao Ping en el año 1978 marca a la vez el final de un periodo de persecuciones religiosas. Desde entonces, la presencia y el alcance del Islam en China ha cambiado. El Partido Comunista flexibilizó muchas de las restricciones impuestas a la práctica y la oración religiosa, incluido el Islam. A la vez, y dado el papel tan relevante que han desempeñado los países musulmanes desde la perspectiva energética, financiera y estratégica, el Partido reforzó sus vínculos con la Asociación Islámica China para estrechar lazos de amistad, cultural, comercial y financieros con todos los países musulmanes, especialmente con los vecinos islámicos del Sudeste Asiático y Oriente Medio. En la actualidad, en la República Popular China viven cerca de 24 millones de musulmanes practicantes, de diferentes procedencias y etnias. Según Pew Research Center, se espera que para 2030 la población musulmana en China supere los 30 millones debido a la creciente demografía y la ausencia de restricciones a la natalidad que gozan las etnias minoritarias en el país. ¿Cómo y quiénes fueron los primeros musulmanes chinos en un país mayoritariamente budista y “genéticamente” confucionista? Las primeras comunidades de musulmanes en China descendían de antiguos comerciantes, soldados, diplomáticos y funcionarios de origen persa, árabe y mongol que, desde la expansión comercial y territorial de la dinastía Tang (618-907), se fueron asentando en las áreas costeras del Sur y Este del país. La mayor y más importante de estas comunidades musulmanas se la conoce con el nombre de etnia Hui (回族).
Una ola de rehabilitación y cambio ha recorrido el Islam en toda China y se ha traducido en una visibilidad creciente de sus símbolos en el espacio público.
Durante las dinastías Yuan y Ming (del siglo XIII al siglo XVII) los musulmanes Hui, fruto de sus vastos conocimientos en matemáticas, astronomía, cartografía, agricultura y administración, hicieron grandes aportes al Imperio. Quizás la figura más representativa fue el emblemático héroe nacional Zheng He, diplomático y almirante que durante el siglo XIV realizó viajes de exploración por todo el océano Índico, llegando incluso hasta las costas de África Oriental. Los musulmanes hoy Los Hui, de creencia sunita, están repartidos en pequeñas comunidades por todo el país, si bien hay una concentración importante y numerosa en las zonas del N.O. a lo largo de la Ruta de la Seda, en las Regiones Autónomas de Ninxia y XinJiang y en las provincias de Gansu y Qinghai. Como consecuencia de esta dispersión geográfica e integración con la población nativa durante más de trece siglos, los musulmanes Hui tienen un aspecto físico muy parecido a los chinos de la etnia Han, hablan el mandarín y están bastante amoldados a la sociedad china. Incluso prestan una muy útil ayuda al gobierno a través de sus conexiones con otras comunidades musulmanas fuera y dentro del país. Un aspecto para destacar es que estos grupos no tienen ningún tipo de reivindicación territorial. Todo ello ha facilitado el entendimiento con las autoridades del Partido para lograr una mayor flexibilidad y moderación en la aplicación conjunta de la ley islámica y la del Estado. Durante los últimos 40 años de apertura económica y transformación social, una ola de rehabilitación y cambio ha recorrido el Islam en toda China y se ha traducido en una visibilidad creciente de sus símbolos en el espacio público. El número de Mezquitas ha crecido de apenas 4.000 en 1980 hasta cerca de 40.000 en 2015. También han aumentado las escuelas para clérigos, escuelas e institutos islámicos, centros de altos estudios del Islam, los viajes de intercambio y de estudios de alumnos a centros islámicos a Arabia Saudí, Indonesia, Malasia, Pakistán, el número de Hajjis que peregrinan a la Meca, el número de restaurantes con comida Halal e industrias con “productos musulmanes” por citar algunos ejemplos. Paralelamente y como consecuencia de este crecimiento, se han ido creando pequeñas células o reducidos grupos de personas, tanto civiles como religiosas, en el entorno de las mezquitas con el fin de llegar a un entendimiento tácito a través del diálogo a la hora de aplicar las leyes estatales y adaptarlas a las creencias musulmanas y viceversa. Estos grupos son una especie de símil o equivalente a los “jueces de paz”, representados por una autoridad religiosa y otra civil con el objetivo de acomodar cualquier incompatibilidad para que satisfaga a todos y no enturbie ni a la comunidad ni al Partido. Esta situación, conocida por el nombre de MinJian ( 民间), se considera un ejemplo de integración modélica. Es decir, un “islam con características chinas”. “Todas las religiones deben ser “achinadas” o incorporar “características chinas” según el señor Wang ZuoAn director de SARA (State Administration for Religious Affairs), el cual, ha dejado claro después del XIX Congreso del Partido el pasado otoño que “ ningún miembro del Partido debe tener creencias religiosas. Los miembros del Partido Comunista Chino deben ser firmes creyentes en las teorías ateístas de Marx".
Se ha elevado el estado de alerta de las autoridades chinas sobre las complejidades y amenazas que suponen la radicalización islamista en Xinjiang.
Los Uigures La confirmación de esta civilizada convivencia, y por tanto la excepción a esta supuesta normalización, la encarna la etnia Uigur,( 维吾尔族, ئۇيغۇر) que habita en la Región Autónoma de Xinjiang y cuya situación es bien distinta. Los Uigur integran la segunda etnia musulmana más importante de China. Son también practicantes del Islam sunita. Descienden del gran Imperio turco-kanato que en los siglos V y VI ocupaba toda Asia Central desde el Mar Negro hasta casi el océano Pacífico. Durante la expansión de la dinastía mongol por toda Asia en los siglos XIII y XIV se introdujeron y asentaron en los territorios del Noroeste de China (Turkestán Oriental), en la gran intersección de rutas comerciales para controlar mejor el negocio lucrativo del comercio entre Oriente y Occidente. Los emperadores de la dinastía Qing a mediados del siglo XVIII los anexionaron al Imperio con el nombre de “Nuevos territorios”: Xinjiang /新疆. A la caída de esta última dinastía en 1911, con el apoyo de Rusia hubo varias intentonas de independencia que no llegaron a cuajar. La República Popular de China los anexionó definitivamente en 1949. Los Uigures hablan su propia lengua (derivada del turco), físicamente se asemejan más a las poblaciones de Asia Central que a los Han (Chinos) y están muy arraigados a su tierra, música, costumbres y tradiciones, lo que alimenta entre sus miembros un profundo sentido de identidad. Hace unos años, en 1991, la independencia de las antiguas repúblicas de Asia Central despertó los ánimos y la esperanza entre las organizaciones Uigures de obtener la independencia del Xinjiang. Fue entonces cuando el gobierno chino comenzó una masiva y forzosa colonización Han en la Comunidad Autónoma de Xinjiang, pasando de un 4% en 1980 a 40% en la actualidad. Simultáneamente, para apaciguar las reivindicaciones e inquietudes de unos y otros ambos lados de las múltiples fronteras comunes fundó junto a las repúblicas vecinas de Kazajstan, Kyrgyzstan, Tajikistan y Rusia (a la que después se han ido uniendo otros varios países de la zona), la Shanghai Organization for Cooperation para la lucha contra el terrorismo, drogas y, curiosamente, cualquier forma de separatismo. Para muchos, Xinjiang se ha convertido en una importante cantera de jihadistas enviados a Afganistán, Siria y combatientes en general del Estado Islámico. La presencia de Uigures y de otras etnias musulmanas chinas como Uzbeks, Tajiks, Kygyz en las zonas de guerra en Siria e Irak, han elevado el estado de alerta de las autoridades chinas sobre las complejidades y amenazas que suponen la radicalización islamista en Xinjiang. Los éxitos de China en términos económicos, políticos y sociales han sido extraordinarios, pero los retos a los que se enfrenta - al igual que otros países- son de una trascendencia proporcional a su espacio de responsabilidad global y, en este terreno, el Islam será un factor cada vez más relevante y determinante.