El legado de Mishima en cinco películas

A 48 años del suicidio del escritor japonés, su genio puede disfrutarse en filmes realizados por el propio artista y directores de la talla de Yasuzô Masumura, Kinji Fukasaku, Lewis John Carlino y Paul Schrader.
Fuente: Cinemanía - 2018-11-27
El 25 de noviembre se cumplió un aniversario algo espinoso. En 1970, el escritor Yukio Mishima, acompañado por su suerte de falange homoerótica, el Tate no Kai, entraba en un importante cuartel del ejército japonés para intentar prender la mecha de un Golpe de Estado que devolviera al país al nacionalismo anterior a la Segunda Guerra Mundial. Al no conseguirlo, y ante un grupo de soldados que se burlaban de su teatralidad, el autor de “Confesiones de una máscara” cumplía una de sus fantasías: suicidarse por el rito del seppuku.

Genio absoluto, varias veces candidato al Nobel de literatura, tipo refinado, militarista, ultranacionalista, narcisista y un enamorado del cine, la huella de Mishima se puede rastrear tanto en obras tan aparentemente lejanas como el “Akira” de Katsuhiro Otomo como en algunas películas en las que, de alguna manera, intervino.
El propio Yukio Mishima fue el autor del guión, productor y director de la película "Yokoku", de 1996.
Karakkaza yarô / Afraid to die (Yasuzô Masumura, 1960)

Yasuzô Masumura, el director de “La bestia ciega” compartió pasillos de la facultad con Mishima y en 1960, en plena efervescencia del escritor, que ya había publicado algunos de sus libros más conocidos, le dio un papel protagónico en esta película de yakuzas. Cuenta la leyenda que el autor, fascinado ante la oportunidad de convertirse en estrella de cine, solamente puso dos condiciones: llevar una cazadora de cuero para parecerse a James Dean en “Rebelde sin Causa” y morir en pantalla.


Yokoku. Rito de amor y muerte (Yukio Mishima, 1966)

Cuatro años antes de su muerte ritual, Mishima dejó a un lado los manuscritos literarios para dirigir un sorprendente cortometraje. En esta historia ambientada en el Golpe de Estado del 26 de febrero de 1936 están todos sus temas sobre la pérdida del honor japonés, la admiración por el poderío militar de la potencia asiática y el suicidio. Aunque también hay un hecho más que sorprendente por las casualidades que se conocieron años después. Además de estar dirigido, escrito y producido por él mismo, Mishima se reservó el papel protagonista: el de un miembro del grupo que tras su fracaso, afronta su propio seppuku.
El genio literario de Mishima lo convirtió, en varias oportunidades, en candidato al Premio Nobel de Literatura.
El lagarto negro (Kinji Fukasaku, 1968)

Aunque Fukasaku (todo gracias a Tarantino) nunca ha caído en el injusto olvido de Masumura, tampoco está de más esta oportunidad para reivindicar una de las películas que reunió a más estrellas de la cultura japonesa del momento. Unos años antes, en 1961, Mishima había convertido en obra de teatro la novela de Edogawa Rampo, “Kuro Tokage”, una comedia sobre una ladrona de joyas. La adaptación no pasa por ser una de las obras más conocidas de Mishima y solamente hace unos años ha sido traducida del japonés, pero sirvió para que el prolífico director de “Battle Royale” y la franquicia “Battles Without Honor and Humanity” la adaptara al cine con un impagable cameo del escritor.


Los días impuros del extranjero (Lewis John Carlino, 1976)

En la extraña personalidad de Mishima convivían un nacionalista que consideraba que el honor de su país había sido mancillado en la Guerra Mundial y un profundo admirador de la cultura popular de Estados Unidos. En virtud de ello, de haber vivido en 1976 le habría gustado ver que su novela “El marino que perdió la gracia del mar” se transformaba en una película con Kris Kristofferson. Es preciso señalar que en esta versión se pierde una buena parte de la amargura del original, lo que quizá no le hubiera gustado tanto.


Mishima (Paul Schrader, 1985)
 
Quince años después del fallecimiento del escritor, Paul Schrader, con ayuda de su hermano Leonard (afincado en Japón) llevó al cine esta reconstrucción de los últimos minutos de vida del escritor, en los que la realidad se mezclaba con situaciones de cuatro de sus obras más conocidas: “El templo del pabellón de oro”, “Kyoko’s House”, “Caballos desbocados” y su autobiografía, “Confesiones de una máscara”. 
La película es todo un clásico del cine de Schrader y una vía maravillosa para acceder a la personalidad de uno de los escritores más importantes del siglo XX. El filme ha generado una verdadera polémica con los herederos de Mishima, enojados porque la película entra en la bisexualidad del escritor.