En junio de 2017, la Asociación Nacional de Compañías Discográficas de Estados Unidos anunció que había decidido considerar y mencionar a Yoko Ono como coautora de “Imagine”, la famosa canción de John Lennon. Parece que el propio Lennon quería que esto fuera así, algo de lo que habló durante una de las múltiples entrevistas que concedió a lo largo de su vida. El tema, dado a conocer en 1971, se destaca por su mensaje antibelicista y de paz, ya que insta a imaginarse un mundo sin fronteras, donde el cielo y el infierno no existen. La letra es obra de Yoko Ono, algo que ya podía saberse en la época en la que se popularizó: en la contraportada del disco “Imagine” aparece una cita suya de 1963: “Imagine the clouds dripping, dig a hole in your garden to put them in” (Imagina que las nubes se deslizan, cava un agujero en el jardín para colocarlas en él). Estas palabras constituyen una de las representaciones más características de una serie de órdenes en forma de textos cortos de la artista, que se engloban dentro del denominado “instruction art” (arte de instrucciones). La propia Yoko Ono denominó esta manifestación vanguardista del arte conceptual “un cuadro que se me formó en la cabeza”. Además, se puede establecer cierta relación con los preceptos del zen o las normas que rigen la poesía haiku en estas frases que trascienden los conceptos de posibilidad e imposibilidad de representación. En su libro “Grapefruit” (1964), Yoko Ono pide al lector, nada más empezar, que lo queme cuando lo termine. En la última página, aparece la siguiente cita de John Lennon: “Es el mejor libro que he quemado hasta la fecha”. Además de ver que la pareja se compenetraba perfectamente con esa mezcla peculiar de seriedad y humor, puede apreciarse que el músico británico era quien mejor comprendía el arte de su esposa. Por otro lado, se desprende que Yoko Ono era también la colaboradora número uno de Lennon en el terreno musical.
Se destacó por adelantarse a su tiempo, al abogar por la liberación de la mujer, el antibelicismo y el pacifismo.
Intercambios con otros vanguardistas Yoko Ono nació en 1933 en Tokio, en el seno de una familia acomodada. La parte paterna se dedicaba a la banca, mientras que la materna tenía negocios en diversas empresas; entre sus parientes se cuentan también algunos artistas y eruditos. Durante su infancia, antes de la guerra, y en sus tiempos de universitaria, tras el conflicto bélico, vivió en Estados Unidos, país al que su padre se había mudado por trabajo, con el resto de la familia. Residir en Nueva York en la década de 1950, cuando los japoneses todavía no podían moverse con libertad por el extranjero tras la derrota en la contienda, fue un factor determinante para Yoko Ono. Allí conoció al joven compositor Ichiyanagi Toshi, con quien contrajo matrimonio. Y así fue también como entró en contacto con el arte vanguardista, gracias a amistades como el compositor John Cage o Allan Kaprow, uno de los precursores de la performance. En 1960 y 1961 transformó su loft en una galería donde jóvenes artistas tenían la oportunidad de mostrar sus propuestas. Gracias a ella, se produjeron intercambios entre figuras del arte como Max Ernst e Isamu Noguchi. Posteriormente, entró en contacto con Fluxus, una agrupación de artistas de vanguardia jóvenes fundada por George Maciunas. Yoko Ono sorprendió a todos los presentes cuando llevó al artista Marcel Duchamp a uno de sus encuentros. Las habilidades sociales y el talento de Yoko Ono para la organización de actividades artísticas bien podrían obedecer a su linaje. Además, todas esas capacidades y conocimientos le permitieron desarrollarse como artista de vanguardia en la década de 1960, dedicarse a la música rock en la de 1970 y ampliar su espectro a todos los aspectos de la sociedad a partir de la de 1980. Prejuicios y escándalos A las nuevas generaciones quizás les resulta difícil creer que hubo un tiempo en el que Yoko Ono tuvo dificultades, por ser una incomprendida. Antes de conocer a John Lennon en 1966, el mundo del arte de su país natal no la aceptaba a pesar de que había decidido regresar de Estados Unidos. Después de que el músico británico llegó a su vida, se la acusó en todo el mundo de haber causado la ruptura de Los Beatles, e incluso llegó a sufrir una caza de brujas por parte de los medios de comunicación, que alimentaban la polémica. La mala fama le llegó de la mano de los prejuicios sobre el vanguardismo y los escándalos de la farándula. No obstante, fue mejor que hablaran mal a que no hablaran de ella. John y Yoko supieron sacar tajada de los escándalos y utilizar a la prensa para transmitir el mensaje social que no habían logrado como artistas. Tras su boda, en 1969, congregaron a los medios de comunicación en una habitación de hotel para que los entrevistaran en la cama, una práctica que realizaron en repetidas ocasiones y que denominaban “Bed-Ins for Peace” (Encamadas por la Paz). También atrajeron la atención mediática, ese mismo año, con un cartel de gran tamaño que rezaba “War is over! If you want it” (¡La guerra ha terminado! Si así lo deseas), lema que dos años más tarde incluirían en la canción navideña “Happy Xmas” (War is Over), todo ello como parte del movimiento de oposición a la guerra de Vietnam. Es inevitable recordar estos acontecimientos cada vez que se produce un conflicto bélico incluso en la actualidad.
En su libro “Grapefruit” (1964), Yoko Ono pide a los lectores que lo quemen cuando lo terminen.
El género y la multiculturalidad Además de ser una artista de un espectro amplio dedicada al arte de vanguardia y a géneros musicales como el contemporáneo, el rock y el pop, Yoko Ono destacó por adelantarse a su tiempo al abogar por la liberación de la mujer, el antibelicismo y el pacifismo mediante un activismo radical. Puede decirse que ya en el siglo XX se propuso hacer realidad valores y conceptos que ahora son compartidos por todos. Por ejemplo, Yoko Ono lleva medio siglo abordando en sus obras cuestiones como la diversidad, el género y la multiculturalidad, temas característicos del arte contemporáneo. De hecho, la agrupación Fluxus, que desarrolló su actividad durante la década de 1960, estaba formada por minorías –inmigrantes, extranjeros, afroamericanos, asiáticos, mujeres…– en un Nueva York en el que los artistas predominantes eran hombres caucásicos. Fluxus, “flujo” en latín, podría referirse a la conexión existente entre las corrientes de origen natural y las tendencias incesantes. En 1964, Yoko Ono participó en la performance “Cut Piece”, en la que se limitaba a quedarse sentada en el escenario mientras el público subía en orden e iba cortándole la ropa con unas tijeras. En aquel entonces, todavía era una artista asiática joven y totalmente desconocida y, en cierto sentido, un miembro vulnerable; esto quedaba al descubierto al invertir los roles de espectador y artista y al ir cortando y, por lo tanto, dejándola expuesta. Al mostrar sus atributos físicos, Yoko Ono muestra que la visión artística es una forma de violencia inconsciente que abarca los deseos masculinos. Tras conocer a John Lennon, este alegato silencioso lo plasmó en una canción sobre la liberación femenina de su grupo, Plastic Ono Band; se sirvió de la música rock, el vehículo de expresión de la cultura juvenil. Sus reivindicaciones ayudaron a modelar el feminismo posterior mientras que el papel de su esposo como amo de casa sentó las bases de un modelo de crianza. La labor de ambos puede percibirse a día de hoy en múltiples facetas de la vida familiar y de la sociedad. Materializando sueños Posiblemente, las ideas y acciones vanguardistas de Yoko Ono superaran el entendimiento de quienes vivían en el siglo XX, pero ahora que nos encontramos en el XXI, tenemos la capacidad de comprenderla. O, más bien, los tiempos por fin se encuentran al mismo nivel que su imaginación. Analicemos, por ejemplo, algunos de sus tuits: desde la década de 1960, Yoko Ono lleva sirviéndose de medios tan diversos como exposiciones, performances, cortometrajes, conversaciones telefónicas, publicaciones, discos, conciertos y campañas publicitarias en prensa y en carteles en la calle, para transmitir mensajes que abarcan desde sus inquietudes personales hasta problemas de la sociedad. Por ello, no nos sorprende que, en la época de internet, se haya decantado también por las redes sociales. De hecho, los mensajes en Twitter, limitados hasta hace poco a 140 caracteres, recuerdan mucho al instruction art, en el que la artista se inició por su propia cuenta hace medio siglo. A día de hoy, cualquier persona puede expresarse con pocas palabras sin que resulte extraño y divulgar e intercambiar esas expresiones con otros. Durante una entrevista en 1972, Yoko Ono hizo alusión a la cita “El medio es el mensaje”, de Marshall McLuhan, para explicar que todos y cada uno de nosotros tenemos un mensaje, y que este en sí es precisamente un instrumento. Estas palabras se pueden interpretar como una predicción de lo que diría Andy Warhol posteriormente con su “En el futuro, todo el mundo gozará de fama mundial durante 15 minutos”, la idea de que el arte no es un privilegio, sino algo que hay que poner al alcance de todos. En realidad, la noción de que todos seremos artistas no es algo del futuro, ya que puede asociarse a los fundamentos del arte en tiempos antiguos, cuando había multitud de artistas anónimos. Estos pensamientos de Yoko Ono quedan reflejados en su obra “Wish Tree”, que agrupa los deseos del público. Los anhelos que uno alberga en su corazón no se pueden ver. Sin embargo, plasmarlos en un papel los materializa. La artista dice que “Un sueño que uno tiene a solas es simplemente un sueño. Un sueño que se tiene en conjunto es una realidad”. En este caso, la palabra “sueño” cobraría el significado de “arte”. En otras palabras, si uno lo crea por sí solo, no será más que una pieza de arte, pero cuando se hace de forma colectiva, se vuelve realidad. Este tipo de obra artística en la que se pide la participación del público podría considerarse una interpretación positiva de la performance “Cut Piece”. “Imagine Peace Tower” consiste en una potente columna luminosa instalada desde 2007 en Reikiavik, en Islandia, como símbolo de la paz. El concepto que subyace a esta obra es la noción de “arte intermedia”, acuñada en la década de 1960 como forma experimental. Puede decirse, por lo tanto, que Yoko Ono fue una pionera del arte de medios. De hecho, solo hay que pensar en la etimología del término para darse cuenta de ello: en el siglo XIX, cuando no existía la noción actual de los medios de comunicación, la palabra “medio” –”medium“– hacía referencia a la sustancia empleada para la creación de la obra, la pintura, y, al mismo tiempo, a las personas capaces de transmitir mensajes de los espíritus del más allá. Yoko Ono es, pues, un mensaje, un medio: entre personas, entre la familia y la sociedad, entre el arte y la música, entre la vanguardia y la cultura de masas, entre diversos fenómenos de los siglos XX y XXI.