Al ritmo del rap islámico

Con el objetivo de interesar a las nuevas generaciones, en Irak empezaron a adaptar los “latmiyates” al estilo del rap moderno. Son muy populares, aunque los dignatarios religiosos lo calificaron como una “perversión”.
Fuente: AFP - 2019-05-15
Un público exclusivamente masculino se golpea el pecho al compás frente a la tarima de la mezquita. Podría ser una escena típica del islam chiita, con sus largas salmodias, pero en realidad se trata de un rap en honor al imán Husein. 

Con tal de interesar a los jóvenes, en Irak se han formado diferentes grupos que adaptan al rap moderno los "latmiyates", estos versos cantados que narran la epopeya y el martirio de los imanes y otras figuras del islam chiita.

Aunque mueven a multitudes, estos grupos son duramente criticados por dignatarios religiosos, quienes no soportan que se deforme la tradición en el sur chiita, rural y tribal. El "rap islámico" es una "perversión" que "no tiene nada que ver con el islam", dice el imán Latif Al Amidi, con un turbante negro de los descendientes de Mahoma. Son "absurdidades", remata.

Para él, está prohibido mezclar religión y música o percusión occidental. Son "pecados", insiste.
Los versos cantados narran la epopeya y el martirio de los imanes y otras figuras del islam chiita.
Retrógrados

El "rap islámico huseini", en referencia al imán Husein, nieto del profeta y una de las figuras fundadores del chiismo, fue creado para llevar a los jóvenes por el buen camino, asegura el cantante Karrar Al Bederi.

"Los jóvenes abandonaron la religión y la moral debido a los hombres de religión clásicos, que son retrógrados", afirma este joven iraquí. Por ello, "la criminalidad, las drogas y el ateísmo han estallado" en Irak estos últimos años, insiste. 

Para frenarlo, decidió utilizar un estilo importado del "invasor" estadounidense, el rap. "Nuestro objetivo es educar y hacer progresar a los jóvenes, por eso nos apropiamos del rap y lo hemos transformado en rap islámico huseini", explica. "Nos sirve como vector para educar y difundir un mensaje de paz y de moderación".

En Al Midhatiya, a unos 100  kilómetros al sur de Bagdad, jóvenes con camisetas rojas y pantalones negros se golpean el pecho, como símbolo de duelo por el imán Husein, muerto como "mártir" en el 680 en la batalla de Kerbala.

Al ritmo de los graves de los altavoces y bajo banderas rojas, un adolescente vestido de negro clama desde el escenario la epopeya de los "mártires", y lo hace tan rápido que es difícil entenderlo. Un grupo de dignatarios, con turbante, entre ellos el jeque Salem Al Janahi, presencia la actuación.
El "rap huseini" todavía no ha logrado entrar en las dos principales ciudades santas del país.
Ni en Kerbala ni Nayaf

Este destacado clérigo de confesión chiita de Mahmud Al Sarji -controvertida personalidad en Irak, acusada de desviar las interpretaciones de otras autoridades chiitas- coincide con los jóvenes raperos.

Los representantes religiosos estrictos "al mezclarse con la corrupción y la política, han hecho huir a los jóvenes", dice entre el fuerte sonido del "rap huseini".

Algunos intérpretes de "latmiyates" se han convertido en auténticas estrellas en la comunidad chiita, que supone dos tercios de la población. El "rap huseini" en cambio todavía no ha logrado entrar en las dos principales ciudades santas del país.

Oficialmente, las altas autoridades chiitas de Irak no han ni prohibido ni abordado el tema, pero hasta la fecha este rap no ha resonado entre los muros de los mausoleos de Kerbala ni de Nayaf, los dos mayores santuarios chiitas al sur de Bagdad.

Los adeptos al "rap huseini" tienen que contentarse con algunas sesiones públicas y, lo más habitual, con videos en línea, que son reproducidos decenas de miles de veces. 

En un video rodado en medio de un campo, con palmeras (el árbol nacional iraquí) a lo lejos, un rapero con tejanos y gorra, clama: "Mi maestro no tiene igual/Me enseñó a actuar con respeto/Quiero hablar de la causa de nuestro imán".
"Nos tenemos que dirigir a los jóvenes con las herramientas que conocen", concluye Karrar al Bederi.