Sin mapas, ni brújulas, ni teléfonos móviles, ni conexiones por satélite. Nada más que una canoa y la voluntad de alcanzar la meta. Tal y como hicieron hace 30.000 años los humanos que poblaron las islas del Mar de la China Oriental. La aventura empezará en los próximos días, en el momento en que se calme (relativamente) una de las corrientes oceánicas más grandes del mundo. De Taiwán a Yonaguni, la más oriental de las islas de Okinawa. Más de 200 kilómetros a través del océano Pacífico remando en una primitiva canoa hecha a mano. Un viaje de al menos dos días que culminará un proyecto de seis años, un experimento con el que se ha intentado descubrir qué tipo de tecnología y materiales usaron los pueblos del Paleolítico para conquistar nuevos territorios.
El proyecto comenzó haciendo una canoa de cañas y otra de bambú, pero ninguna de las dos funcionó.
Las evidencias arqueológicas han demostrado que los humanos ya residían en Japón hace más de 30.000 años, donde probablemente llegaron desde el noroeste de Asia. Hasta el final de la última glaciación, hace unos 15.000 años, había varios “puentes” de tierra que unían el país del sol naciente con Siberia por el norte o con Corea por el oeste. La cuestión es cómo esos pueblos ancestrales lograron asentarse en las islas Ryukyus, el archipiélago más meridional de Japón (y cuna del karate). Okinawa es el principal territorio de este conjunto que se extiende 1.200 kilómetros desde Taiwán hasta la isla de Kyushu, la tercera más grande de Japón, ubicada al sur del archipiélago. Esos costosos viajes por mar se hicieron en canoas realizadas con materiales que no han llegado hasta nuestros días. Por eso, el equipo de investigadores, liderado por Yousuke Kaifu, arqueólogo del Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Japón, ha estado construyendo y probando barcos con los mismos materiales de los que se disponía en la prehistoria. Comenzaron en 2013 elaborando una nave hecha de juncos agrupados, similar en diseño a los barcos de cañas usados por pueblos antiguos de todo el mundo. De ahí pasaron a las balsas de bambú, que se basan en técnicas tradicionales utilizadas por la tribu Amis de Taiwán. Las pruebas mostraron que estas embarcaciones eran lentas y que las corrientes las apartaban de su curso.
La canoa está hecha a partir de un tronco de madera tallado con herramientas prehistóricas.
Para el gran viaje que está a punto de comenzar, el equipo de Kaifu, formado por cinco expertos practicantes de kayak oceánico, utilizará un bote de madera basada en un modelo encontrado en China y Japón que se remonta a hace 8.000 años. “A los remadores no se les permite dormir bien en este viaje”, bromean los investigadores en un comunicado. “Para llegar a la isla de manera segura con un barco primitivo tenemos que esperar un día tranquilo para partir. Llevaremos un barco de escolta que nos indicará la dirección, ni nos suministrará alimentos ni agua potable. Los remeros tampoco serán reemplazados”, explican. Los expertos necesitaron simples hachas de piedra, modeladas a partir de los hallazgos arqueológicos de la era paleolítica en Japón, para cortar un árbol de un metro de espesor y luego convertirlo en una canoa de siete metros de longitud y 350 kilogramos. Este modelo resultó más ligero, con más flotación y un 50% más rápido que las otras embarcaciones. Yonaguni, una de las entradas al archipiélago japonés, puede verse desde la montaña Taroko, situada al noreste de Taiwán. Así que los pueblos antiguos supuestamente conocían la existencia de la isla, a pesar de que no se puede ver desde la costa. Y como los investigadores no llevarán instrumentos de navegación modernos, cuentan con un maorí de Nueva Zelanda, experto en navegar siguiendo las estrellas y juzgando los vientos y las olas del océano. Las condiciones, aún así, no serán las mismas que hace 30.000 años. Entonces, el nivel del mar estaba unos 100 metros más bajo de lo que está ahora, lo que podría haber variado la ruta elegida por los pueblos antiguos a través de la corriente de Kuroshiro, que comienza frente a la costa oriental de Taiwán y fluye hacia el noreste pasando por Japón.