Las series turcas se ven en más de 140 países y Turquía se convirtió en el segundo país exportador de ficción televisiva global, detrás de Estados Unidos. Esta industria reporta unos 350 millones de dólares al año según el ministro de cultura turco, Mehmet Nuri Ersoy, como informó el diario Daily Sabah. Uno de los éxitos que inauguró la ficción otomana en varios países es “Fatmagül”, un fenómeno de audiencias tanto en su lugar de origen como en Latinoamérica. Las razones deben buscarse en su impactante historia: después de ser violada por varios hombres la joven del título es obligada a casarse para ocultar la deshonra. Aunque su prometido y su familia la abandonan, Fatmagül no se resigna e inicia una batalla legal contra sus violadores en busca de justicia. Desde su debut en España la serie superó el 4% de share y los 700.000 espectadores, llevando al canal de Atresmedia a ampliar su apuesta por las ficciones turcas con títulos como “Amor de contrabando”, “Sila” o “Madre”.
La invasión otomana comenzó con “Las mil y una noches”, un melodrama que, más allá del nombre de Sherezade, poco tiene que ver con los cuentos árabes medievales.
Otra producción para destacar es “Mujer”, un buen ejemplo de sinergia internacional en el campo de la telenovela. Titulada “Kadin” en turco, es una adaptación de “Woman”, la serie japonesa basada a su vez en la novela homónima de Sakamoto. Se trata, de hecho, del segundo volumen de una trilogía iniciada con la mencionada “Madre”. "Esta serie dice mucho de cómo las historias son universales", afirmó Özge Özpirinççi, la protagonista de “Mujer”, en una pausa del rodaje. "En Turquía hay unas prohibiciones muy fuertes que nos limitan y bajo esa opresión las personas somos más creativas. También tenemos límites de tiempo, estamos rodando 140 minutos de serie semanalmente y, sin embargo, tenemos éxito. Eso significa que al final del día todo el equipo trabaja muy bien", añadió. La invasión otomana comenzó con “Las mil y una noches”, un melodrama que, más allá del nombre de Sherezade, poco tiene que ver con los cuentos árabes medievales. La serie cuenta la historia de una madre desesperada por pagar un trasplante de médula ósea para su hijo, que accede a mantener relaciones sexuales con su jefe a cambio de dinero. En 2014 esta ficción comenzó a emitirse en el canal chileno Mega, que pasó de estar prácticamente en quiebra a ser la cadena más vista del país. La respuesta de los espectadores fue similar en Argentina, Colombia y el resto de Latinoamérica, donde las series y los actores turcos copan los premios a las telenovelas desde entonces.
"Lo que distingue nuestras series son los valores familiares, las relaciones amorosas o la amistad", explica Caner Cindoruk, actor de “Mujer”.
"Los propios latinos han tenido que cambiar su manera de producir y ahora están reaccionando. Desde que empezaron a emitir series turcas rompieron los audímetros porque allí había mucho remake y no se estaba innovando tanto", señaló Antón, que, además, subrayó: "No existe el género novela turca: hay diferentes estándares de producción, duraciones y temáticas". Sobre las razones de este boom, Caner Cindoruk, actor de “Mujer”, aseguró: "Lo que distingue nuestras series son los valores familiares, las relaciones amorosas o la amistad". A la intensidad emocional de las historias, que abordan el maltrato infantil, los matrimonios concertados, el machismo o la prostitución, se suman sus espectaculares paisajes y unos altos valores de producción.