En "Territorio de luz", la única novela de la escritora japonesa Yuko Tsushima que se tradujo al español hasta el momento, la protagonista es una bibliotecaria recién separada que intenta atravesar la angustia del desamparo por el fin de su matrimonio junto a su hija de dos años, con quien se moviliza por la ciudad de Tokio después de instalarse en un nuevo departamento, donde la luz se impondrá en formas que también incluyen la presencia de la oscuridad. La novela traducida por Tana Oshima se compone de doce capítulos que pueden también leerse como relatos independientes sobre los días de esta madre y esta hija habitando un departamento ubicado en el último piso de un viejo edificio de tres plantas justo cuando deben rearmar su rutina. Editada por Impedimenta, "Territorio de luz" comienza con la protagonista reconociendo que debe decidir una mudanza sola por primera vez en su vida tras estar acostumbrada a las decisiones de su reciente exmarido sobre los lugares a los que mudarse: "Yo solo tenía que mover el cuerpo hacia donde él me dijera", dice en las primeras páginas. Tsushima (1947-2016) escribió esta novela en primera persona y desde la perspectiva descarnada pero también tierna de una joven que intenta sostener su trabajo como bibliotecaria y los cuidados de una hija que la divierte y la fastidia al mismo tiempo; mientras intenta hacer el duelo ante la ruptura de su pareja, decidida por un hombre al que sigue esperando.
"La protagonista hace suya la luz, la convierte en un refugio íntimo que la saca por un momento de la oscuridad que la rodea", señala Oshima.
Con capítulos titulados "Alrededor del agua", "Una luz roja" o "Llamas", la novela cuenta con personajes frágiles y solitarios que aparecen en la vida de la protagonista generando los vínculos más cercanos, aquellos con quienes puede sentirse a salvo en medio del cuestionamiento de sus amigas o las demandas de docentes de su hija. Esos dos personajes son Kobayashi, un jefe cercano "que siempre conservaba su rostro de malhumorado" y se convierte en un compañero de tragos; y Sugiyama, un joven que llega a su vida por ser alumno de su marido pero que instala más tarde como cómplice de paseos y comidas los domingos en los que está sola con su hija. Oshima, la traductora de esta obra al castellano, dice que "al igual que hay un juego evidente de claroscuros, la prosa de Tsushima también alterna lo 'prosaico' y lo lírico. En su narrativa hay momentos de cotidianidad que transcurren sin grandes emociones, y momentos de contemplación en los que la narradora se detiene a pensar y a sentir y a tratar de salir de su dolor disfrutando de las pequeñas cosas, maravillándose, incluso, ante sus observaciones". La escritura de Tsushima logra que los movimientos de esta madre, que hace giros desesperados e impulsivos por sentirse a salvo, se conviertan en un lectura atrapante que expone las contradicciones y las dudas que va experimentando en la crianza de su hija demostrando cuánto de belleza puede contener la imperfección, que hay que asumirla y no combatirla. "Solo pude sentir el alivio de haber sido rescatada", dice después de compartir una cena con los padres de una amiga de su hija, quienes la invitan a ella a cenar y a su hija a dormir y se van convirtiendo en aliados de su cotidianidad. Entre la mudanza, los viajes, los paseos y las compras que emprende la protagonista en medio de la angustia por la separación, la luz se presenta de diferentes formas: en el incendio en el parque, en los faroles, en los rayos de sol que aparecen en momentos del día o en la ostentación de los fuegos artificiales. En esas escenas, la luz se impone, la sorprende y será al final cuando la encuentre como hallazgo propio, en un nuevo espacio, donde esa partícula de luz ya no solo se presenta, también se puede detener a contemplarla.
"La luz brilla al fondo de la oscuridad y hay que saber encontrarla porque ambas conviven simultáneamente".
"La protagonista hace suya la luz, la convierte en un refugio íntimo que la saca por un momento de la oscuridad que la rodea", señala Oshima. Para la responsable de esta versión en español de la historia, "algo muy interesante en 'Territorio de luz' es que nos enseña que la luz no está fuera o lejos de la oscuridad, sino dentro de ella. La luz brilla al fondo de la oscuridad y hay que saber encontrarla porque ambas conviven simultáneamente. Y es cuando la protagonista acepta este hecho cuando empieza a encontrar cada vez más momentos y espacios de luz y de belleza, incluso en las cosas más terribles". Los rodeos sobre el sueño son otra constante en esta novela de Tsushima: no solo porque dónde y cómo duermen ella o su hija son un tema que la preocupa sino porque aquello que se manifiesta en sus sueños tiene un lugar central en la trama marcando la posibilidad de que la ficción aloje ese pasaje al sueño o esa vuelta del sueño como un instante de proyección de lo vivido y lo temiblemente deseado. "Al volver a abrirlos recordé que existía un tipo de felicidad capaz de derretir las preocupaciones y borrar las pesadillas. En aquel momento sentí esa felicidad en toda su plenitud. Podía seguir durmiendo cuanto quisiera. No había nadie que me fuera a atacar. Intenté recordar todo lo que había soñado hasta hacía unos instantes", dice la protagonista a quien nadie llama por su nombre durante toda la novela. Artista y traductora, Tana Oshima cuenta que llegó a Tsushima a través de su padre, Osamu Dazai, el escritor japonés Osamu Dazai, un reconocido novelista que se suicidó tirándose al río Tama junto a su amante cuando la autora tenía un año. Pero no leyó "Territorio de Luz" hasta que se editó en inglés y decidió proponérselo a las editoriales españolas. Fue entonces cuando leyó el libro en japonés por primera vez. Si bien "Territorio de luz", con la que obtuvo el prestigioso Premio Norma en 1978, es la primera novela de Tsushima al español, la autora tiene una obra en la que se destacan la novela "Hija de la fortuna", por la que ganó el Premio de Literatura Femenina de Japón en 1978, y el volumen de relatos "La galería de tiro y otras historias" que contiene el cuento "Los comerciantes silenciosos", por el que ganó el Premio Kawabata. Novelista, crítica literaria y ensayista, Tsushima escribió sobre la muerte de su padre en el relato "El reino del agua" y sobre su experiencia como madre soltera en varias de sus primeras ficciones. Pero además se desempeñó como profesora en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales y fue impulsora de iniciativas como las Japan-India Writer's Caravans, que buscan tejer redes entre distintos países.