En un bullicioso mercado indio, un niño que vendía flores quedó maravillado por unos camarógrafos subidos en grandes grúas durante un rodaje. Dos décadas después, ese niño se convirtió en la nueva sensación del cine de India. En efecto, veinte años después "Koozhangal" (o "Pebbles", como fue traducida en inglés), el primer filme de P.S. Vinothraj, fue escogido para representar a India en la categoría de mejor película en los premios Óscar del próximo año. El cineasta de 32 años se basó en la lucha de su familia contra la pobreza y la experiencia de su hermana con el abuso familiar, para contar la historia de un padre alcohólico y su hijo que atraviesan el paisaje árido de su estado natal de Tamil Nadu. "Mi experiencia en la vida me endureció y ayudó en esta película. Ese tipo de vida se convirtió en la película", declaró Vinothraj. El resultado es un drama que los críticos indios han calificado como "obra maestra" y como un "debut sensacional... que es evocativo, visceral y poderoso".
"Mi experiencia en la vida me endureció y ayudó en esta película. Ese tipo de vida se convirtió en la película".
La película se alzó con el principal premio del Festival de Cine Internacional de Róterdam, cuyo jurado dijo que el esfuerzo "de apariencia sencilla y humilde" es una "lección de cine puro". Vinothraj se suma a un movimiento emergente de directores tamiles, muchos de origen pobre como él, que abordan las inquietudes sociales a través de personajes comunes. De no entrar al circuito de festivales, el cineasta pensaba exhibir "Pebbles" en las comunidades donde fue filmada, con menos de 40 actores y trabajadores. Esta ópera prima es la culminación del largo viaje del joven cineasta a la pantalla grande. Comenzó vendiendo flores en Madurai a los nueve años para ayudar a su familia tras la muerte de su padre. "Ha pasado tanto en mi vida y todas esas cosas me prepararon para esto", comentó. "Yo no hablo inglés y no tengo educación. El viaje de la vida me enseñó todo, esas son las metáforas de la película, que la vida es un viaje", declaró. Vinothraj trabajó durante su niñez y adolescencia, cambiando de pueblo y ciudad según las necesidades de su familia. En un momento fue trabajador de una empresa textil en Tiruppur, donde vio "cómo muchas vidas fueron arruinadas" por problemas personales y financieros. "Algunos se casaron muy jóvenes y tuvieron que luchar mucho", recordó. "Todo eso quedó conmigo, queriendo expresar esas luchas". Creyendo que la educación le ayudaría a alcanzar su sueño de convertirse en cineasta, intentó regresar a la escuela pero le dijeron que era demasiado mayor.
"Yo no hablo inglés y no tengo educación. El viaje de la vida me enseñó todo, esas son las metáforas de la película, que la vida es un viaje".
Se mudó a la capital estatal de Chennai y su conocimiento sobre el cine fue creciendo mirando películas mientras trabajaba en una tienda de DVD, antes de conseguir empleo como asistente en cortometrajes y teatro. Cuando buscaba ideas para su primer largometraje, la hermana de Vinothraj entró llorando a la casa familiar con su niño de dos años en brazos. Su esposo la había echado de su casa y tuvo que caminar 13 km para llegar hasta donde estaba su familia. "Sentía un dolor y me preguntaba por qué la vida es una lucha. Y me percaté de que yo estoy en el cine, esa es mi herramienta, puedo hablar de mi dolor a través del cine", comentó. El viaje del padre y su hijo en la película es contado desde el punto de vista del niño. El duro entorno rural de Tamil Nadu, así como el impacto que tiene en los personajes, es un tema central de la cinta. El título viene de una palabra usada por los tamiles para referirse a las colinas y a las piedrecitas que los pobladores rurales ponen en su boca para combatir la sed durante viajes largos. "Saber que esta película ganó el premio Tigre (en Róterdam) y que representará a India en los Óscar me llena de orgullo", afirmó Vinothraj. Su próximo proyecto también se inspira en una situación familiar, y dice que pretende seguir contando "historias simples y honestas sobre la vida".