Tras la lenta recuperación de un terrible accidente ferroviario y un matrimonio arreglado con la joven Ashima, Ashoke Ganguli decide abandonar su cómoda y previsible existencia en Calcuta, aceptar una beca en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y mudarse con su esposa a Boston. Allí nacerá su primer hijo, que por azares del destino acabará llevando por nombre Gógol en honor al célebre escritor ruso. El niño, hijo de bengalíes, ciudadano estadounidense y de nombre ruso, crecerá entre korma y hamburguesas, música de los Beatles y clases de bengalí, viajes a Calcuta, donde a él y a su hermana se los considera extranjeros, y ritos hindúes celebrados en suelo estadounidense; pero, sobre todo, crecerá extrañado y perplejo ante su propio nombre.
«Una prosa refinada, grácil y empática... cada uno de los personajes de Lahiri teje su propia identidad, lo que hace que esta resonante historia no sea únicamente asiática ni únicamente estadounidense, sino tierna e irónicamente humana». Hephzibah Anderson, The Observer
Jhumpa Lahiri, nacida en Reino Unido, de padres bengalíes, pasó su infancia y juventud en Estados Unidos. Es autora de relatos -El intérprete del dolor (1999), que le valió el Premio Pulitzer y vendió 600.000 ejemplares en Estados Unidos, y Tierra desacostumbrada (2008), que fue elegido Mejor Libro del Año 2008 por The New York Times, aclamado por la crítica y resonante éxito de ventas-, novelas -El buen nombre (2003), La hondonada (2013) y Donde me encuentro (2018)- y ensayos -In altre parole (2015).
«La clase de escritor que te hace querer agarrar a la persona que tienes al lado y decir "¡Lea esto!"». Amy Tan
En 2012 ingresó en la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, y en 2015 recibió la Medalla Nacional de Humanidades, así como una Beca Guggenheim. Ha traducido las novelas de Domenico Starnone Ataduras y Scherzetto al inglés y en la actualidad reside en Roma. La crítica ha dicho: «Extraordinario... un libro que convierte en oro la paja de la vida cotidiana. La prosa calmada y grácil, las vastas extensiones de escritura cristalina, el elegante tono pianissimo...todo lleva al lector de principio a fin, formando un arco nítido. Cada detalle, cada observación, cada frase brilla con la claridad de la verdad. El buen nombre es una novela que nos hace sentir privilegiados de tener acceso a su mundo, inmensamente empático». The Times