El japonés Shigetaka Kurita no lo puede creer: cuando a finales de los noventa garabateó en un papel 176 rudimentarios símbolos, no imaginaba que un día sus 'emojis' serían protagonistas de los mensajes del mundo entero. La noticia es que los emojis acaban de entrar en la historia del arte al ser incorporados en la colección del prestigioso Museo del Arte Moderno de Nueva York (MoMA), donde se exponen sus versiones originales. "Creé lo que yo mismo habría querido tener", algo que "añada sentimientos" a los cortos y frustrantes mensajes escritos, explica su creador Kurita, que por entonces trabajaba en NTT Docomo, el pionero del internet móvil (i-mode). Para Kurita "tener el honor" de estar expuesto en el MoMA es más a lo que nunca podría aspirar, según admitió en una entrevista en Tokio.
"Estas modestas obras de arte han sembrado las semillas que han permitido el increíble desarrollo de un nuevo lenguaje visual", resumió Paul Galloway, del MoMA.
Los 'emoji', término que significa literalmente "imagen-letra" en japonés, son en cierta forma "una evolución de los kanji [ideogramas], extendidos en pictogramas coloridos en la era digital", explica Kurita, quien también dice haberse inspirado de los dibujos mangas. "Por sus raíces niponas, no me esperaba que la gente en el extranjero adoptara los emojis", afirma, aún sorprendido por el éxito de su invención. Más de 1800 símbolos Del corazón al paraguas, del vaso de Martini al 'smiley' (en la época, un rectángulo como boca y dos acentos circunflejos para los ojos), "estas modestas obras de arte han sembrado las semillas que han permitido el increíble desarrollo de un nuevo lenguaje visual", resumió Paul Galloway, unos de los responsables del MoMA. Doce años después de su nacimiento en Japón, la fiebre emoji se adueño del planeta cuando Apple los integró en la biblioteca de caracteres de su iphone.Desde entonces se han multiplicado exponencialmente hasta superar los 1.800 símbolos y alegrar todas las discusiones escritas, desde los SMS a las redes sociales.
"Por sus raíces niponas, no me esperaba que la gente en el extranjero adoptara los emojis", afirma Kurita, aún sorprendido por el éxito de su invención.
Con la llegada de la comunicación electrónica, este recurso sirvió "para reafirmar el lado humano en un universo profundamente impersonal y abstracto", destacó Galloway. Los emojis "permiten a un mensaje informal transmitir emociones y sentimientos que son difíciles de plasmar en escritura fonética", confirma Marcel Danesi, profesor de semiótica de la Universidad de Toronto y autor de un libro sobre el tema. "Permiten también comprimir la información, ganar espacio y sobre todo, añaden un tono no conflictivo a un mensaje", como si "apaciguaran las relaciones, limando tensiones potenciales". "Un smiley al principio y al final de un mensaje garantiza que será leído en un estado de ánimo positivo, incluso si la intención es irónica o incluso de acusación", continúa. "Con un corazón, ¿qué mensaje podría ser negativo?", coincide Kurita. Valorados por las generaciones más jóvenes, los emojis se enriquecen cada año bajo la égida del consorcio Unicode, con sede en la Silicon Valley, que se encarga de codificar cada carácter para que puedan ser leídos en cualquier dispositivo electrónico. Pero Danesi advierte que en algunos casos "se da cierta ambigüedad", hasta el punto de que una agencia de traducción londinense ha decidido contratar a un especialista para descifrar su uso según el país. Sobre su perennidad, el semiólogo admite no estar "seguro de que los emojis como los conocemos hoy duren para siempre. No obstante, se ha "marcado un hito" con el nacimiento de "una escritura híbrida" que mezcla signos clásicos y símbolos visuales", incide. Lo concreto es que Kurita, el hombre detrás de los emojis, hoy ocupa un alto cargo en la compañía nipona de servicios en línea Dwango. Frente a los pronósticos apocalípticos, prefiere creer que sus creaciones quedarán para la posteridad. "Me pregunto cómo serán en 50 o 100 años. Pero no creo que desaparezcan".