De visita por primera vez en la Argentina el chino Ai Weiwei (Beijing, 1957), uno de los más célebres artistas contemporáneos, dijo que la materia prima de sus creaciones es "la vida" y que su "intención es llegar a la mayor cantidad de gente posible". Weiwei ofreció una conferencia de prensa para dar detalles de la exposición antológica que reunirá algunas de sus más célebres obras, a partir del 18 de noviembre en la Fundación Proa del barrio porteño de La Boca. "Mi intención es llegar a la mayor cantidad de gente posible. El arte contemporáneo trata de establecer un lenguaje para dejar de lado al público y eso no me gusta. Yo pienso que el arte le pertenece a todo el mundo, y todo el mundo tiene derecho a entenderlo. De otro modo, es un arte falso", explicó Weiwei. Polémico, activista, disidente de su país y siempre dispuesto a impactar, sus obras pueden caer como una bofetada y esa parece ser exactamente su intención, si es que existe cosa tal en el universo del arte. En uno de sus más célebres retratos, el artista se fotografió a sí mismo en tres actos: en la primera imagen sosteniendo un jarrón de la dinastía Han de 2.000 años de antigüedad; en la segunda imagen suelta la pieza; y en la tercera mira a cámara detrás del jarrón hecho trizas en el piso. Algo similar realizó con otra pieza de igual valor y antigüedad, a la que le coloreó encima el logo de Coca-Cola.
"Siempre trato de romper los límites. Mucha gente no considera como arte lo que hago. Los críticos me dicen 'tu trabajo es sencillo, ¿no podrías hacerlo más artístico?'. Pero es una recompensa llegar a la mayor cantidad de gente".
Activo usuario de las redes sociales, desde su llegada a Ezeiza Weiwei registró en Instagram cada paso que dio en Buenos Aires. Incluso cuando estuvo demorado cerca de tres horas en la oficina de migraciones, tal como lo mostró en una foto con el epígrafe "We're stuck in the Argentina airport inmigration office", el día de su arribo. Luego del traspié, recorrió el barrio de La Boca, Caminito, visitó el Parque de la Memoria donde se exhibe la muestra de su amigo Anish Kapoor, paseó en lancha por el Riachuelo y hasta se fotografió junto a una suerte de escultura del papa Francisco que custodia el ingreso a un comercio turístico del barrio xeneize. En el Auditorio de la Fundación Proa, el artista habló junto al brasileño Marcello Dantas y la directora de la institución, Adriana Rosenberg, de su primera exposición en Sudamérica: "Mi trabajo tiene que estar basado en el estudio y la investigación. Tengo que involucrarme sentimentalmente para entender la historia, las tradiciones. Y eso lleva tiempo. Este es mi primer viaje a la región, sólo había estado en México dos veces antes. Entonces ahora estoy involucrándome, aprendiendo, voy a pasar también por Chile y Brasil. Y eso me va a dar una visión más completa de la región, pero mi primera experiencia fue muy buena, aún no sé qué va a surgir. Lo estamos planificando. Es difícil responder qué parte de la cultura local se va a ver reflejada en la exposición". De todos modos, ya está confirmado por Proa que en el país se verán al menos cuatro de sus más reconocidas creaciones: “Semillas de girasol” ("Sunflower Seeds"), presentada por primera vez en 2010, en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, un despliegue de cien millones de semillas de girasoles, cada una de ellas realizadas en porcelana y pintadas a mano por miles de artesanos chinos. Aparentemente idénticas, pero únicas cada una, las semillas funcionaban como una alusión al consumo masivo y a la producción industrial que caracteriza a su país. Se verá también una versión adaptada de la instalación “Forever”, un número significativo de bicicletas entrelazadas por las ruedas y el eje, en alusión al principal medio de transporte en China, pero también a su admirado Marcel Duchamp. La muestra incluirá “Cangrejos de porcelana” ("He Xie"), una instalación que consta de 10.000 crustáceos cuya palabra en chino tiene un sonido muy parecido a “armonía”, eufemismo que utiliza el Gobierno de ese país como excusa para la censura. Y “Straight”, que consta de miles de varillas de acero recuperadas de los colegios destruidos por el terremoto de Sichuan, que el artista recuperó y enderezó para volverlas a su estado original antes de la tragedia. Weiwei confeccionó una lista con los nombres de los estudiantes que murieron, acusando al gobierno de no haber cumplido con los estándares de construcción en las escuelas. La lista fue publicada en su blog, que contaba con millones de seguidores, y el gobierno decidió cerrar el sitio. A partir de allí se acrecentaron los problemas con las autoridades de su país, hasta que en 2011 fue detenido en el aeropuerto de Beijing, y permaneció arrestado durante 81 días sin cargos oficiales. Finalmente, y habiendo sido acusado de "evasión de impuestos", fue liberado el 22 de junio de 2011. Su pasaporte fue retenido por las autoridades de su país y le fue devuelto recién cuatro años después, en 2015.
"Creo que la vida le da definición al arte, especialmente a mi arte. También la memoria, volver en la historia. Seguir lo que mi padre había iniciado, por lo que había luchado".
- ¿Le preocupa la idea de llegar con sus obras a la mayor cantidad posible de gente teniendo en cuenta que el arte contemporáneo suele ser acusado de lo contrario, de excluir al público? - Sí, me preocupa. Esa es mi intención. Cuando comencé me di cuenta que si tenía la atención del público, tal vez las autoridades iban a dudar de censurarme. Siempre trabajé de una manera muy abierta. Aún así creo que el arte contemporáneo deja de lado al público. Y eso no me gusta. Yo pienso que el arte le pertenece a todo el mundo y todo el mundo tiene derecho de entenderlo. Si no, es un arte falso. Siempre trato de romper los límites. Mucha gente no considera como arte lo que hago. Los críticos me dicen "tu trabajo es sencillo, ¿no podrías hacerlo más artístico?". Pero es una recompensa llegar a la mayor cantidad de gente. En el Líbano una señora se bajó de una moto para venir a mostrarme el catálogo de una muestra, como si fuéramos parientes. Es el momento más emotivo desde el punto de vista de un ser humano. Y no me importan los museos, donde muestran el arte que les interesa. "¿Cuál es la materia prima de tu arte?", lo interrogó Marcello Dantas: "La vida", respondió Weiwei. "Creo que la vida le da definición al arte, especialmente a mi arte. También la memoria, volver en la historia. Seguir lo que mi padre había iniciado, por lo que había luchado. Y también tratar de descubrir el mundo de hoy, que es tan distinto, cada segundo tenemos una realidad nueva. Trato de imaginar lo que va a enfrentar mi hijo en el futuro". El padre de Weiwei, Ai Ching, fue un reconocido poeta revolucionario y miembro del Partido Comunista. En 1956 escribió el poema "El sueño del jardinero", obra que fue considerada contra-revolucionaria por lo que fue confinado al exilio y obligado a limpiar baños públicos en una aldea de 200 personas. "A mi padre lo consideraban un enemigo del Estado, como lo soy yo. Pero en ese momento era muy severo, el exilio era como una sentencia a muerte. Él tenía libros de poesía y tenía fotos con Pablo Neruda -de quien era amigo-, y para mí ver eso fue muy poderoso. Me dio la estructura para ver un mundo muy distinto al que yo conocía, imágenes muy bellas. Este viaje me está dando la oportunidad de visitar aquello. Yo nunca pude viajar con mi padre, ni siquiera dentro de China. Por eso lo traje a este viaje a mi hijo, para que tenga estos recuerdos, los de su abuelo".