El director coreano Jung Byung-Gil, autor de “La villana”, un thriller vertiginoso y ultraviolento plagado de espías, sicarios, engaños y asesinatos espectaculares, es una de las personalidades destacadas del 32do. Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, adonde llegó para presentar su película y ser parte del homenaje que el certamen le rinde este año a Corea del Sur como país invitado de honor. “La villana”, que se estrena comercialmente hoy en más de 30 salas de la Argentina, narra la historia de una mujer sumergida en un mar de mentiras y de engaños, obligada a convertirse en una asesina profesional a las órdenes de una organización clandestina -una mezcla difusa entre una mafia y un organismo gubernamental- que la usa para cometer crímenes por encargo y eliminar adversarios. La película de Byung-Gil posee una velocidad y un virtuosismo visual poco habituales en el cine contemporáneo, con cámaras subjetivas imposibles que acompañan a la protagonista en cada nueva misión -al mejor estilo de un videojuego o alguna película de realidad virtual-, mientras se enfrenta a los tiros o con cuchillos con decenas de mafiosos, cae arrojada por una ventana, salta por los techos de un edificio, pelea con espadas en una moto o a las piñas en un colectivo en movimiento. Apenas arribó a Mar del Plata, Byung-Gil reconoció el fuerte impacto que “Nikita” (1990), de Luc Besson, tuvo sobre él cuando era apenas un niño, explicó cómo volcó esas sensaciones en su película y destacó además la influencia de “la mirada dual, un poco de víctima y un poco de victimario” de la protagonista de “La criada”, una película de 1960 de su compatriota Kim Ki-Young.
"Alguna vez me puse a pensar qué pasaría si en una transmisión de fútbol la cámara estuviese en la pelota, con su punto de vista".
– Lo primero que salta a la vista en “La villana” es la ultraviolencia, la velocidad y el trabajo complejo de puesta en escena. ¿De dónde surge la necesidad de narrar de ese modo tan vertiginoso? – Mi intención era hacer una película que no fuera aburrida y de ahí se desprende la necesidad de darle cierta velocidad a la trama. Estudié anteriormente artes plásticas y puede ser que inconscientemente esa formación mía en la pintura se refleje en algunos aspectos de la puesta en escena en general. – ¿Cómo pensó y cómo logró hacer las tomas tan espectaculares que hay en la película? – Creo que tomé estos elementos para agregarle una cuota de interés y atención a la película. La idea era tener una cámara en primera persona, como si fuera la mirada misma de la protagonista. Eso tiene que ver con mi intención de jugar con el espectador y llevarlo a creer que está en el rol de la protagonista en las escenas de acción. Esto también se debe un poco a los juegos de computadora y los videos de realidad virtual, en los que uno se mete en el personaje y siente que está siendo lo que el personaje hace en la escena. El manejo de la cámara se hace muy dinámico, con movimientos muy fluidos. Alguna vez me puse a pensar qué pasaría si en una transmisión de fútbol la cámara estuviese en la pelota, con su punto de vista. – ¿Cómo pensó transmitir la sensación de confusión permanente en la que vive la protagonista? – Surge de varias ideas que estaba pensando mientras escribía el guión. Esto de aprovecharse y utilizar a una persona a través del permanente engaño. Y a partir de esto, las traiciones que sufre de los distintos personajes de la película. La traición principal es la del hombre del cual estaba enamorada, que le ha mentido casi toda la vida. Pero también se puede pensar del personaje que trabaja en inteligencia en esta organización secreta, si realmente podrá llegar a amar a la persona con la que tiene que fingir una relación de pareja. Un poco me puse a pensar en todos estos aspectos y me propuse llevar la película de tal forma que hacia el final la protagonista termina preguntándole a su contrincante, que fue su primera pareja: “¿Realmente me amaste alguna vez?”. – ¿Este tipo de organizaciones clandestinas que reclutan a personas y las mantienen como sicarios existen realmente en Corea o es pura fantasía? – Es el resultado de la ficción, pero creo también que todos los gobiernos tienen organismos de inteligencia que forman espías y me puse a pensar si realmente no tendrán en cada una de estas oficinas una división, un equipo especialmente entrenado para misiones de campo de este tipo. Se mezclan un poco mis sospechas con elementos de ficción tomados un poco de la vida misma.
"Lo que intenté fue hacer una especie de reflexión o reinterpretación de “Nikita” en otro contexto, pero inspirándome mucho en ese personaje".
– Se nota en una de las escenas un claro homenaje a “Nikita”, de Luc Besson. ¿Qué otras referencias tuvo a la hora de filmar? – Recuerdo haber visto “Nikita” cuando tenía aproximadamente 10 años, cuando era muy chico. Y no solamente me llamó la atención sino que me impactó mucho. Me quedó grabado en mi memoria constantemente, hasta producir un cierto afecto hacia la película. Lo que intenté fue hacer una especie de reflexión o reinterpretación de “Nikita” en otro contexto, pero inspirándome mucho en ese personaje. – ¿Cuáles son los cineastas coreanos que considera como sus referentes? – Es difícil hablar de alguien específico. Mi vocación por la cinematografía nació cuando estudiaba artes plásticas, ese fue mi impulso principal hacia la dirección de cine. Si tuviera que mencionar a un director coreano que me haya inspirado mucho para dedicarme a esto fue Kim Ki-Young, autor de la película llamada “La criada”. – ¿Y qué fue lo que lo inspiró de esa película? – En “La criada” obviamente la protagonista es mujer y en aquel entonces la actriz que interpretaba a esa mucama tenía una mirada en sus ojos muy singular, una mirada que era la mirada de una víctima y al mismo tiempo de victimario. Consideré que había muchas analogías entre la mirada dual del personaje de aquella película vieja y la de la protagonista de “La villana”. – ¿Hasta qué punto la Guerra de Corea y las tensiones posteriores con Corea del Norte influyeron o influyen en la sensibilidad de los realizadores de su país? – Si nos remitimos a los que es el origen del enfrentamiento y la división entre las dos Coreas, yo creo que no afecta a los directores en general, ni siquiera a la sociedad. Porque si bien esas informaciones y noticias son muy destacadas en la prensa internacional, la gran mayoría de los coreanos estamos convencidos de que un conflicto no es viable, de que no va a haber una guerra. O sea que la tensión que se ve en el cine coreano no viene por esos motivos.