Zhang Yimou es reconocido como uno de los grandes directores chinos del siglo XX. Nacido en 1951 forma parte de la que se llamó “quinta generación de cineastas chinos” que abandonarían las producciones oficialistas del período maoísta, para realizar un cine más social y cercano a la realidad. Además, Zhang es conocido por el interés que ha demostrado siempre en las historias de mujeres. Como manifestó el propio Zhang, esta debilidad no es arbitraria sino que respondió a su profundo respeto por la mujer china, teniendo en cuenta que, desde su punto de vista, debió luchar mucho más que el hombre por hacerse un lugar en la sociedad. Zhang se ha basado siempre en historias contemporáneas, apoyando siempre a los escritores de su país. En virtud de ello, todas las narraciones de Zhang surgen de la imaginación o de la recreación de historias reales, de la mano de autores chinos como Mo Yan, Yu Hua, Yan Geling, Su Tong o Ai Mi, entre otros. Prácticamente todas sus historias se centran en el siglo XX, especialmente en el período que va desde el final de la dinastía Qing, en 1911, a los años 90. Esta fue una época de convulsiones y cambios radicales en la vida de las mujeres chinas, quienes pasaron de ser actores secundarios de la sociedad, educadas y criadas bajo los mandatos del confucianismo de obedecer a los hombres a formar parte de la vida activa en el igualitarismo legal que les supuso la llegada del comunismo en 1949. Esta evolución queda retratada en las historias de Zhang que muestran los diferentes prototipos de mujeres surgidos de las convulsiones históricas del siglo XX.
Las historias de Zhang muestran los diferentes prototipos de mujeres surgidos de las convulsiones históricas del siglo XX en el gigante asiático.
En un recorrido por la historia de la mujer china a través de sus personajes, con Ju Dou (Ju Dou, semilla de crisantemo 1990), Songliang (La linterna Roja, 1998) y Pan Yuliang (Hua Hun, 1994) es posible advertir el prototipo de mujer tradicional confuciana, heredera de las antiguas tradiciones y que no es más que una mercancía en manos de los hombres, mujeres que viven puertas adentro bajo unas estrictas normas sociales que las oprimen. Al respecto, es preciso aclarar que las mujeres de las zonas rurales tenían mayor libertad debido a la necesidad de poder usar su fuerza de trabajo en el campo, aunque en la intimidad del hogar estaban igualmente sometidas a las ideas confucianas y no tenían poder dentro de la estructura familiar. Zhang elige estos personajes porque comienzan a rebelarse contra ese orden establecido. La llegada de la República (1912-1937) da paso a la entrada de una nueva modernidad encarnada por la rebelde Yuliang Joya (La Joya de Shanghai, 1995) y Jiu’er (Sorgo Rojo,1987), mujeres independientes que empiezan a desobedecer la estricta sociedad china, bien sea por necesidad, como es el caso de Jiu’er que debe dirigir una fábrica, o por aprovechar los nuevos aires cosmopolitas venidos de Europa, como en el caso de Joya en su papel de amante de un mafioso. La película Las flores de Guerra (2011) muestra el paso hacia nuevas ideas reformistas, donde la mujer puede tener un mayor papel social y las hijas de los nuevos hombres ricos surgidos de esta nueva sociedad forjada en el contacto con occidente son mandadas a estudiar a los colegios internacionales. Contrapuesta a esta imagen de modernidad están las prostitutas que encarnan todavía la mujer más tradicional, educada para servir al hombre, pero envuelta también en el halo de modernidad en la ropa y el maquillaje. Un periodo donde aunque con mayor libertad, la mujer vivía todavía a la sombra de las disposiciones masculinas.
Lo que manifiesta Zhang es la fortaleza de las mujeres chinas y la capacidad de adaptación y superación de las circunstancias impuestas por la historia.
La llegada de Mao Zedong y el período maoísta (1949-1976) supuso un cambio radical en la posición de la mujer en la sociedad, se eliminó progresivamente todo rastro de occidentalización y fue ensalzada y equiparada al hombre de manera legal, aunque no siempre esta legalidad era fácil de aplicar en la realidad. Las películas de Zhang nos muestran por una parte las jóvenes que viven en esta nueva sociedad optimista y utópica, donde bajo un sistema aparentemente libre existía un férreo control ideológico y normativo que afectaba a las relaciones interpersonales y que vemos reflejadas en las historias de Di (Camino a Casa, 1999) y Jing (Amor bajo el espino blanco, 2010); por otra parte nos enseña la cara más dura de la nueva sociedad vivida especialmente durante la Revolución Cultural (1964-1976), que supuso la adaptación por parte de las familias tradicionales o intelectuales al sistema comunista igualitario que a menudo anulaba la individualidad a favor de la colectividad, representada por Jiazhen (Vivir, 1994), Zhang (Amor bajo el espino blanco) y Wanyu (Coming Home, 2014), donde desaparece el individualismo y peculiaridades personales para pasar a ser un miembro homogéneo más del pueblo. Pierden en este momento histórico parte de su feminidad en aras a formar esta sociedad de camaradas y compañeros iguales en la lucha por un pueblo comunista. Finalmente, con Happy Times (2000) y Keep Cool (1997) aparece la mujer post maoísta, moderna y globalizada, liberada e independiente, con sus propios intereses sociales, intelectuales o económicos y desligadas del proteccionismo masculino, finalmente la mujer asimila su papel igualitario en la sociedad pero recuperando su identidad femenina antes diluida. No deja aparte la realidad de la mujer rural que contrasta con esta nueva mujer contemporánea, son Minzhi de Ni uno menos (1999) o Qiu Ju (1992), mujeres aisladas del desarrollo frenético de los años noventa y que vivirán casi en las mismas condiciones de las mujeres premaoistas, con sus vidas sencillas, a menudo iletradas y con sus obligaciones y preocupaciones mundanas y cotidianas. Al final, lo que manifiesta Zhang es la fortaleza de las mujeres chinas y la capacidad de adaptación y superación de las circunstancias impuestas por la historia. Sin duda esta es una generalización y con 14 películas no se puede hacer un retrato preciso de cada circunstancia, pero sí que la visión de todas estas mujeres nos da una idea del cambio y la evolución del género femenino hasta los años 90 del siglo XX, con sus peculiaridades, problemas, circunstancias y problemáticas a menudo no resueltas.