La cantautora maya guatemalteca Sara Curruchich se inspira en la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas y en celebrar la vida.Originaria del pueblo kaqchikel de San Juan Comalapa, en el oeste de Guatemala, Curruchich recorrió los escenarios europeos con el tour Matyox K'aslem (Gracias Vida). "A todos los lugares a donde vaya, independientemente donde sea, siempre voy a hablar sobre cómo es en realidad la situación de los pueblos" indígenas, dice la artista de 23 años, que hace música tradicional con aires contemporáneos y letras en español alternadas con el idioma maya-kaqchikel. Aunque no se etiqueta como una vocera de la lucha de los pueblos originarios, Curruchich reconoce que canta para cambiar la situación de las comunidades indígenas de su país, la mayoría sumidas en la pobreza y con territorios acosados por los proyectos mineros e hidroeléctricos. "Yo simplemente quiero seguir cantando. Seguir escribiendo canciones y trabajar con la música como medio para transformar", agrega la íntérprete de canciones como "Amigo" -su primera composición-, "Niña" y "Resistir".
Vivió en carne propia la discriminación y el racismo que padecen las poblaciones indígenas. En Guatemala, representan el 40 por ciento de la población, aunque los pueblos autóctonos aseguran que son más del 60%.
Esta joven cantante empezó su carrera artística en 2013 tras obtener el título de maestra de educación musical en un instituto público de Ciudad de Guatemala. "De niña imaginaba siempre ser parte de una banda", confiesa Sara, quien cursa la licenciatura de música en la estatal Universidad de San Carlos. La cantautora guatemalteca ha vivido en carne propia la discriminación y racismo que persiste en este país centroamericano hacia las poblaciones indígenas, que constituyen 40% de los 16 millones de habitantes, aunque líderes de los pueblos autóctonos señalan que son más de 60%. Recuerda que en una ocasión una anciana le dijo que "los indios solo sirven para trabajar", un pensamiento que para ella lamentablemente se ha transmitido durante generaciones. "Creo que Guatemala aún es un país muy racista, muy excluyente y discriminador y sobre todo considero que hay mucho machismo aún. La música y el arte son un medio para poder erradicar todo eso", afirma.
"La música y el arte son un medio para erradicar la discriminación y el machismo que existe en muchos países como Guatemala", sostiene.
Curruchich está consciente de que el país tiene como materia pendiente recuperar la memoria histórica "de los que se fueron, a los que asesinaron y los que están desaparecidos", y no negar que en el país se cometió genocidio contra los pueblos mayas. La justicia local mantiene abierto un proceso especial por genocidio contra el exdictador Efraín Ríos Montt, de 90 años, señalado de la matanza de 1.771 indígenas mayas-ixiles durante su régimen entre 1982 y 1983. "Para mí sí hubo genocidio y es algo muy importante que no se tiene que negar porque es parte de nuestra historia y es una brecha para conseguir la justicia y la sanación espiritual", defiende Curruchich.