Después de décadas de discriminación, el gobierno de Japón presentó un proyecto para reconocer por primera vez a la minoría étnica Ainu como un pueblo "indígena". Los ainu, muchos de los cuales viven en Hokkaido (norte), han padecido durante mucho tiempo los efectos de una política de asimilación forzada. Pero, mientras que la discriminación ha ido disminuyendo, persiste la brecha entre esa comunidad y el resto de Japón en términos de educación e ingresos. "Es importante proteger el honor y la dignidad del pueblo ainu y transmitirlos a la siguiente generación para construir una sociedad con unos valores diversos", indicó el portavoz del gobierno Yoshihide Suga.
Según el proyecto, el gobierno permitirá a los ainu talar árboles en bosques nacionales para usarlos en rituales tradicionales.
"Hemos tomado una decisión en el ejecutivo para desarrollar políticas de protección del orgullo del pueblo ainu", agregó. El proyecto de ley es el primer documento que reconoce a los ainu como un "pueblo indígena" e insta al gobierno a hacer "políticas de futuro", incluyendo medidas para apoyar a las comunidades y promover las economías locales y el turismo. Durante mucho tiempo, los ainu fueron oprimidos y discriminados, y el gobierno japonés moderno, a finales del siglo XIX, les prohibió practicar sus costumbres y usar su lenguaje. Tradicionalmente, los ainu han practicado una religión animista, con hombres luciendo largas barbas y las mujeres con tatuajes faciales antes del matrimonio. Sin embargo, a raíz de las políticas de asimilación forzada, poco a poco han ido perdiendo contacto con sus costumbres ancestrales.
Los ainu han padecido durante mucho tiempo los efectos de una política de asimilación forzada.
Se calcula que en la actualidad habría unos 12.300 ainu, según un informe de 2017, aunque no se sabe con precisión cuántos hay pues muchos se mezclaron con la sociedad mayoritaria de Japón y otros prefieren esconder sus raíces culturales. "Es el primer paso para asegurar la igualdad ante la ley", declaró Mikiko Maruko, que representa a un grupo de ainu del este de Japón, cerca de Tokio. Según el proyecto, el gobierno permitirá a los ainu talar árboles en bosques nacionales para usarlos en rituales tradicionales.