Los hindúes de Indonesia terminaron de celebrar el año nuevo, respetando la tradición de mantener el más absoluto silencio, sin comer y meditando todo el día. Días después le llegó el turno al “Mebuug-buugan”, un ritual de purificación en el que miles de personas se bañan en lodo para ahuyentar la mala suerte y la energía negativa. La ceremonia fue reinstaurada hace tres años, después de una interrupción de seis décadas. Vestidos con los tradicionales sarongs, hombres, mujeres y niños se embadurnan el cuerpo con el barro de los bosques de manglares del pueblo de Kedonganan, cerca de la ciudad de Denpasar. Antes de cubrirse con el lodo piden protección y buena suerte, y luego van juntos a una playa vecina para enjuagarse y repeler los malos espíritus.
Antes de cubrirse con el lodo piden protección y buena suerte, y luego van juntos a una playa vecina para enjuagarse y repeler los malos espíritus.
Antiguamente, los participantes del ritual del barro estaban desnudos pero a mediados del siglo XX empezó a estar mal visto. Durante seis décadas, se suspendió la ceremonia pero hace tres años se reanudó, dejando que los participantes lo hicieran vestidos. Es muy popular desde entonces. Decenas de turistas la observan y toman fotos. Indonesia celebró la semana pasada el Nyepi, el Año Nuevo balinés, en el que los hindúes, mayoritarios en la isla, pasan el día entero en silencio, sin comer y meditando. En esa jornada se suspende el tráfico aéreo y las conexiones a internet, se apagan las luces y cierran los centros comerciales y las atracciones turísticas. Los autos y los vehículos de dos ruedas tampoco pueden circular, excepto en caso de emergencia.
En el Año Nuevo balinés, los hindúes pasan el día entero en silencio, sin comer y meditando.
En los días anteriores al Nyepi, en la isla se celebran una serie de rituales coloridos para asustar a los malos espíritus. El miércoles, en la víspera del Año Nuevo, se pasean por las calles unas efigies de papel sobre torres de bambú, llamadas Ogoh-Ogoh, que al final son quemadas, en un acto que simboliza la renovación y la purificación. El archipiélago de Indonesia cuenta con la mayor población musulmana del mundo, pero en Bali más del 80% de los habitantes son hindúes y practican una versión local de esta religión.