"He sobrevivido a varios intentos de asesinato..." Las palabras del expresidente sudafricano Jacob Zuma durante un discurso contra aquellos que lo acusaron de haber saqueado el país pasaron casi desapercibida, salvo para el escritor Deon Meyer. En efecto, la frase inspiró el argumento del último libro del rey de la novela negra sudafricano, una obra que salió a ajustar cuentas con los círculos políticos de su país. "A decir verdad, escribí este libro porque estaba muy enojado", explicó el escritor en una entrevista realizada en una de sus "cantinas" de Stellenbosch, la pequeña ciudad-universidad donde vive y escribe. "Hemos pasado tantas dificultades en este país que ver a Zuma echarlo todo a perder me enfureció y quise escribirlo. Este hombre es tan malo, tan corrupto, ha causado tanto daño que pensé que seguramente alguien habrá pensado que la solución sería deshacerse de él ...", dice Meyer. Así fue como el ex jefe del Estado se convirtió en el "héroe" de la decimotercera novela de Deon Meyer, una de los escritores de novela negra más reconocidos de Sudáfrica.
Meyer muestra una Sudáfrica posapartheid envuelta en una delincuencia galopante, miseria económica y corrupción.
En "The Last Hunt", los policías Benny Griessel y Vaughn Cupido deben aclarar el asesinato de un excolega. A lo largo de la novela, la investigación los sumerge en la bajeza de estos policías y de los importantes funcionarios a los que protegen. Hasta que descubren un complot para matar al propio presidente. Meyer se basó en todos los escándalos que salpicaron la carrera política de Jacob Zuma, hasta su dimisión de la presidencia en 2018. "Siempre me documento mucho. Para esta novela, había pilas de libros buenos y, además, hablé con muchos contactos", afirma el experiodista. En sus casi 400 páginas, "The Last Hunt" se acerca más de lo usual a la actualidad sudafricana y a sus círculos de poder: presidente, ministros, altos funcionarios y hasta empresarios desfilan en una historia con obvias entrelíneas con la realidad. "Para evitar problemas a la editorial", Deon Meyer se abstuvo de nombrarlos. Comenzando por Jacob Zuma, quien ahora se halla bajo una orden de detención que entrará en vigor el 6 de mayo. "Pero creo que no cabe duda de que hablo de él ...", agrega al escritor.
"Me gustaría poder decir que no hay crímenes en Sudáfrica, pero debo ser honesto con la realidad".
En sus descripciones, los personajes de la novela no andan con rodeos. "Tenemos un problema grave", describe la jefa ficticia de la policía judicial de Ciudad del Cabo, Mbali Kaleni. "No hay duda de que el fiscal general es corrupto, que el ministro de la Policía y el presidente son corruptos", señala. "Hemos luchado por la justicia y el futuro de nuestros hijos", lamenta en el libro un veterano antiapartheid, Lonnie May, "y lo único que hemos ganado es una cleptocracia". Deon Meyer reconoce que su retrato de la Sudáfrica posapartheid es poco alentador, ya que exhibe un país envuelto en una delincuencia galopante, miseria económica y corrupción. "Me gustaría poder decir que no hay crímenes en Sudáfrica, pero debo ser honesto con la realidad", señala al referirse a un país que registra un promedio de 57 asesinatos por día. Aunque todo lo que escribe no es negativo. "También hablo de mujeres y hombres de la policía que hacen su trabajo, trabajan duro y no son corruptos", aclara. Deon Meyer todavía se ilusiona con aquella promesa de nación arcoíris de Nelson Mandela, el primer presidente negro sudafricano (1994-1999). "Seguramente soy menos optimista que hace diez años, pero lo sigo siendo. Incluso bajo Zuma ha habido cosas buenas (...) en las relaciones entre la gente sencilla, ha habido cambios considerables". Cita como ejemplo al equipo nacional de rugby que acaba de ganar la Copa del Mundo. Después de “The Last Hunt”, Deon Meyer promete no insistir con la crítica política y, a los 61 años, no oculta su esperanza de que la situación mejore en su país. "No creo que Sudáfrica se convierta mientras viva en el país con el que sueño, pero el de mis nietos, ¿por qué no?".