Esperado cada año en el sur de Asia por sus beneficios a la agricultura y la vida en general, el monzón también trae aparejado cada temporada muerte y destrucción en la región pese a las acciones aplicadas para mitigar sus efectos negativos. En la India donde casi el 70 por ciento de su población, estimada en unos 1.300 millones de habitantes, depende ya sea directa o indirectamente de la agricultura, una buena temporada de lluvias es celebrada como una fiesta. De junio a septiembre la nación recibe el 70 por ciento de las precipitaciones anuales. Pero a la vez preocupa por los significativos daños materiales y las numerosas pérdidas de vidas humanas que dejan los torrenciales aguaceros y las inundaciones asociadas. Según la Autoridad Nacional para el Manejo de Desastres de la India, cada temporada ese fenómeno meteorológico deja como promedio 1.600 víctimas mortales en el país y daños a 7,5 millones de hectáreas de tierra.
Las transformaciones ambientales ya son perceptibles en esta región del mundo, donde los periodos de sequía o de precipitaciones cambian y se acentúan.
Desde que se llevan registros sobre el tema, el año más mortífero fue 1977, cuando 11 mil 316 nacionales fallecieron por esa causa. En la actual temporada, el gigante surasiático reporta la muerte de más de 500 personas, la mayoría de ellas los estados de Bihar, Assam, Bengala Occidental y Gujarat. Aunque los sucesivos gobiernos invirtieron abundantes recursos en la construcción de presas, canales y obras de ingeniería para enfrentar el problema, aún queda mucho por hacer. Según el diario Hindustan Times, un grupo de trabajo creado en 2006 por la Comisión Central del Agua para cartografiar las zonas de riesgo de inundación a nivel local no completó su labor. Un reciente informe del Auditor General reveló que 'casi el 60 por ciento de las 375 estaciones de telemetría construidas de 1997 a 2016 no son operacionales' por su falta de mantenimiento o el robo de los equipos. Para algunos especialistas, el creciente número de muertos y pérdidas materiales están relacionados con el calentamiento global. Pero otros, como Dhar Chakrabarti, exdirector del Instituto Nacional de Gestión de Desastres, rechazan la idea.
El calentamiento global podría provocar una caída del 10 al 40 por ciento de la producción de alimentos para 2100 a menos que se adopten medidas.
Aunque hay evidencia de que el cambio climático está causando interrupciones en los patrones de lluvias, no hay nada inusual en el actual período, estimó. No obstante, las transformaciones ambientales ya son perceptibles en esta región del mundo, donde los periodos de sequía o de precipitaciones cambian y se acentúan. De hecho, el ministerio de Agricultura advirtió recientemente que el cambio climático tendrá una fuerte incidencia negativa en la producción agrícola de la India. Aunque será marginal en los próximos años, el calentamiento global podría provocar una caída del 10 al 40 por ciento de la producción de alimentos para 2100 a menos que se adopten medidas, estimó una investigación de esa cartera. La pesquisa destaca que los fenómenos meteorológicos extremos cuestan a la India cada año entre nueve mil y 10 mil millones de dólares, una cifra que aumentará en los próximos años. Solo las inundaciones ocurridas en la norteña región de Cachemira en 2014 causaron pérdidas por valor de 14 mil millones de dólares, mientras el ciclón Hudhud, ese mismo año, provocó destrozos por 11 mil millones de dólares, subraya. El trigo, el arroz, las semillas oleaginosas, las legumbres, las frutas y las verduras verán reducidos los rendimientos, lo cual obligará a los campesinos a aplicar iniciativas, subraya el informe. Para el diario The Times of India el desafío es particularmente urgente para la agricultura nacional porque la productividad de cultivos como el arroz no se compara con los rendimientos de otros países. La posibilidad de una nueva caída debido al cambio climático será particularmente preocupante, ya que podría convertir a nuestro país en un importante importador de semillas oleaginosas, legumbres e incluso leche, advirtió. Para 2030, la India podría necesitar 70 millones de toneladas más de cereales que la producción del año fiscal en 2016-17. La vulnerabilidad de la agricultura india debido a los caprichos asociados a ese flagelo y la baja capacidad de adaptación de la mayoría de nuestros campesinos plantea un riesgo para la seguridad alimentaria del país, advirtió recientemente el comité parlamentario sobre ese sector. Esperadas y temidas a la vez, las abundantes aguas del monzón traen vida y a la vez la quitan en el subcontinente indio desde hace milenios en un ciclo sin fin.